jueves, 30 de marzo de 2017

VENEZUELA AL BORDE DEL COLAPSO

Desde el año pasado la situación Venezolana viene tornándose cada vez más difícil en las relaciones entre el Poder Ejecutivo y la Asamblea Nacional.  El Poder Legislativo con una mayoría opositora decidió desacatar la sentencia del  Tribunal Supremo de Justicia, que imposibilitaba la incorporación de tres candidatos a diputados del estado Amazonas, cuya elección había sido  rechazada por presunto fraude. La resolución del máximo tribunal dejaba sin efecto su designación hasta que terminaran las investigaciones correspondientes.

Sin embargo, la mayoría de la Asamblea,  precedida por el actual  candidato presidencial de la oposición, Henry Ramos Allup, resolvió contravenir el mandato del Tribunal e incorporar a los cuestionados candidatos.


Desde entonces, el  Tribunal Supremo  ha exhortado en reiteradas oportunidades para que el  Parlamento  cumpla con su sentencia y no incorpore al ejercicio de las funciones de la Asamblea a  los citados ciudadanos.  El Parlamento se ha mantenido en su posición de rebeldía. 

Por su parte la  Constitución venezolana, en su artículo 336, faculta a la Sala Constitucional a resolver cualquier diferencia que exista entre los Poderes del Estado. En este contexto,  se produjo una  sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia  desautorizando  a la Asamblea Nacional  de Venezuela  para ejercer sus funciones.

Esta es una definición del más alto Tribunal de la República,  que determinó que la situación de desacato en la que se encuentra la Asamblea Nacional  anula todas las decisiones de ese organismo legislativo, por lo que será la Sala Constitucional la encargada de ejercer "las competencias parlamentarias" y designar el órgano que disponga "para velar por el Estado de derecho".  "Mientras persista la situación de desacato y de invalidez de las actuaciones de la Asamblea Nacional, esta Sala Constitucional garantizará que las competencias parlamentarias sean ejercidas directamente por esta Sala o por el órgano que ella disponga, para velar por el Estado de Derecho", expresa  la sentencia de dicha Sala.

En esta compleja situación el  presidente de la Asamblea, Julio Borges, aseveró que esta  maniobra constituye un "golpe de Estado".   La oposición, que tiene mayoría en el Parlamento, ha celebrado las sesiones desde enero a pesar de haber desconocido los mandatos del máximo tribunal, por lo cual los partidos proclives al Gobierno, se han abstenido  de participar en las sesiones de la Asamblea.

En este escenario de crispación,  la mayoría de derecha votó por la puesta en práctica de la Carta Democrática de la OEA en contra de Venezuela bajo el argumento de que ese documento internacional estaba por encima de cualquier ley interna venezolana, cuestión que ha sido claramente rechazada por el Ejecutivo.

Ese hecho aumentó las tiranteces entre gobierno y oposición. El presidente Nicolás Maduro denunció que la derecha parlamentaria ha cometido "traición a la patria" por aprobar un documento "pidiendo la intervención de Venezuela por parte del imperialismo y de fuerzas de la derecha internacional a través de la Organización de los Estados Americanos".

La OEA demostró una vez más su incapacidad para frenar la  postura  extrema de su Secretario General, Luís Almagro, personaje al servicio de los centros de poder y en franca violación de la letra y el espíritu de la propia Carta de esa lastimosa organización.

Para complicar más las cosas, la sentencia del  Tribunal Supremo, emitida tras un recurso de interpretación interpuesto por la Corporación Venezolana de Petróleo,  inflama nuevamente los roces entre los actores políticos del país: la derecha insiste en continuar la campaña internacional para "presionar" a Maduro, mientras el Gobierno  denuncia que sus adversarios buscan promover una "intervención Internacional", para derrocar al Gobierno y poner fin a la Revolución Bolivariana.

Es de esperar que la situación en Venezuela no colapse definitivamente, que las fuerzas en conflicto sean capaces de reconstituir un diálogo serio, para preservar la paz en el país, rechazar el intervencionismo extranjero, reconstruir la necesaria concordia social en defensa de la Democracia y la justicia social,  y que no se actúe desde ninguno de los bandos bajo los signos de la "vendeta". La situación política en llamas, sumado a una situación de crisis económica producto de errores propios pero también de una política de abierto boicot ponen a ese país en un peligro inminente.  Un Acuerdo Nacional implicaría para ambos sectores negociar y eso significa ceder posiciones, pero sin retroceder ni destruir conquistas sociales fundamentales para el pueblo de Venezuela.

(Telesur, RT, Cubadebate, Efe)

Ronald Wilson


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