domingo, 26 de marzo de 2017

SAN ROMERO DE AMERICA

Monseñor Oscar Arnulfo Romero, cayó aniquilado por un certero disparo al corazón el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba la misa en la capilla del Hospital La Divina Providencia, en San Salvador.  Romero se  trasformó así en universal,  porque encarna la solidaridad para con las víctimas del pueblo a manos de la explotación y la represión de los poderosos.  Su  grandeza  estriba en su compromiso  incondicional  que le impulsaron a ponerse de lado de las víctimas  y sufrir su mismo destino.

En febrero  de 1977 Romero fue consagrado como Arzobispo de San Salvador. Pocos días antes, había sido asesinado el  jesuita  Rutilio Grande  y  dos campesinos, a manos de la Guardia Nacional. Este crimen marcó toda su labor pastoral.

Eran días convulsionados los que vivía el país centroamericano. La violencia,  el crimen,  la violación de los derechos humanos  más básicos eran la realidad  habitual  en la ciudad y en el campo.  “Nuestra guerra popular revolucionaria de 12 años fue una gran sublevación contra el terrorismo de Estado, preparado y entrenado por el imperialismo yanki. Allí en Estados Unidos formaron los batallones asesinos… allí prepararon y asesoraron con sus oficiales en El Salvador a los escuadrones de la muerte, que asesinaron a miles de hombres y mujeres patriotas”,  manifestaba  el desaparecido líder del FMLN, Schafik Hándal. (Gramnma.cu)

El prontuario de crímenes, torturas, desapariciones de campesinos, obreros, sacerdotes, de las bandas armadas del gobierno militar salvadoreño, fueron miles, tal como lo certifica el informe de la Comisión de Verdad para El Salvador, publicado en 1993, que surge de los Acuerdos de Paz de Chapultepec,  y que puso fin a la Guerra Civil.

Ante esa  realidad  Oscar Arnulfo Romero, alzó su voz  y no calló…. “Ahora la Iglesia no se apoya en ningún poder, en ningún dinero. Hoy la Iglesia es pobre. Hoy la Iglesia sabe que los poderosos la rechazan…” (Homilía 28-08-1977).

“Este es el pensamiento fundamental de mi predicación: nada me importa tanto como la vida humana. Es algo tan serio y tan profundo, más que la violación de cualquier otro derecho humano, porque es vida de los hijos de Dios y porque esa sangre no hace sino negar el amor, despertar nuevos odios, hacer imposible la reconciliación y la paz. ¡Lo que más se necesita hoy aquí es un alto a la represión! ” (Homilía 16-03-1980).

El  Domingo 23 de Marzo de 1980, en la Catedral de San Salvador, Monseñor  Romero pronunció   su última homilía…..una acusación directa al corazón de la represión, que finalmente fue su sentencia de muerte.

“Yo quisiera hacer un llamamiento especial a los hombres del Ejercito, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la Policía, de los cuarteles: Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: No matar... Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios... Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla... Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado... La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre... En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión...!” (Homilías http://www.sicsal.net/homilias.ph)

Al día siguiente,  lunes 24 de marzo Mons. Oscar Arnulfo Romero fue asesinado.

Después de extensas investigaciones, tanto  en El Salvador como en Estados Unidos,  finalmente, se conoció que el asesino de Romero fue Marino Samayor Acosta, sargento de la Guardia Nacional, y miembro del equipo de seguridad del ex presidente de la República, quien confesó que la orden para cometer el crimen la recibió del mayor Roberto d'Aubuisson, organizador de los escuadrones de la muerte y fundador de ARENA.

El próximo 23 de mayo de 2015, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, será  beatificado en la Catedral de San Salvador, después que el Papa Francisco lo reconociera  como mártir de la Iglesia. Reconocimiento que los pueblos de América Latina le habían otorgado  desde el minuto que su sangre floreció en las conciencias de todos los hombres libres del mundo.

Sin duda que a este hombre notable le podemos dar el saludo que nace de nuestros propios dolores…”Compañero Oscar Romero, Presente, Ahora y Siempre…”

Ronald Wilson



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