El proyecto que despenaliza la
interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, más allá de los
argumentos científicos, implica una serie de controversias desde el punto de
vista religioso. En Chile los sectores
“Pro Vida” se basan casi exclusivamente en éstos argumentos para oponerse a una
práctica que es de salud pública y de Derechos de la Mujer, y no del ámbito de las convicciones espirituales. Pero aun así, la argumentación
de estos sectores es discutible, ya que se basa en la intolerancia, el fundamentalismo y el integrismo
más conservador y no toma en cuenta un debate teológico de larga data en la
historia.
En el mundo conviven diversas filosofías y
religiones con distintas posturas con respecto al momento exacto en que el
embrión se convierte en un "ser humano con alma". Hay tradiciones que
creen en la denominada “hominización tardía”, que explicaría el momento en que
un embrión se convierte en ser humano. La hominización tardía ocurre cuando la
infusión del alma ocurre en algún momento después de la concepción. [1]
Otros creen que la vida no comienza sino
cuando el feto es "viable". “Hoy en día se tiende más a creer que un
feto se convierte en una persona cuando es “viable”, es decir, cuando no
depende del claustro materno para el sustento de su vida física”.[2]
Según la literatura médica, un feto es viable cuando los órganos críticos, como
los pulmones y los riñones, están lo suficientemente desarrollados para
funcionar con o sin atención médica. En general, alrededor de las 24 semanas el
feto podría nacer y sobrevivir con el cuidado adecuado. Según el Diccionario de
ciencias médicas, “Viable: Dícese del feto o recién nacido llegado a tal grado
de desarrollo orgánico que es capaz de
vivir fuera del útero.”
Muchas religiones no se oponen al aborto
sino que creen que esta práctica se permite bajo ciertas condiciones, mientras
otras lo dejan a discreción de la persona de acuerdo a lo que dicte su
conciencia.
El trato que se le ha dado al aborto no
sólo difiere entre las distintas confesiones religiosas sino que ha originado numerosas
controversias en el interior de las mismas. Dichas polémicas han variado a lo
largo de la historia y continúan siendo objeto de un constante debate en el
cual no hay unanimidad de opiniones. La discusión es intensa entre los sectores
más conservadores y los sectores más liberales de dichas comunidades. Esto es
válido para el Islam, el Judaísmo como para muchas confesiones cristianas.
Santo Tomás de Aquino, el más importante de los filósofos y teólogos
cristianos, sigue a Aristóteles en el concepto de la “animación”.
Para Aristóteles, el feto no tenía vida originariamente. Sólo a partir de un
cierto tiempo de gestación, el alma le sería infundida a través de la “animación”. Para el filósofo griego, ese
momento era de cuarenta días para el sexo masculino y ochenta para el femenino.
Santo Tomás distingue
entre el feto inanimado (en cuyo caso no se habla de aborto o no se condena
como homicidio), y del feto animado; el enfoque no está en el feto como ‘niño
por nacer’, sino en la pregunta cuando existe el alma, y cuándo la persona es
responsable de pecado. Lo
claro es que Santo Tomás de Aquino insistía en que la ‘animación del feto’ no
ocurría el momento de la concepción. [3]
Pero, para la Iglesia Católica Romana
actual, el aborto está prohibido bajo
cualquier circunstancia, ya que afirman que
la vida humana comienza con la concepción, dado que con la implantación del
código genético, esa criatura es persona humana, merece ser tratada como tal y
tiene derecho a la protección de su vida. En la Encíclica Humanae Vitae se dice:
“En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y
cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir
absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la
interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto
directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas” [4] mayoría de los teólogos enseñaban que el feto se convertía en un ser humano con
alma humana a partir de los 40 días (a veces más tarde) después de la
concepción. Solo a partir de 1869, con
Pio IX la práctica del aborto bajo cualquier circunstancia se convirtió en un
pecado grave castigado con la excomunión. Pero la postura de la jerarquía
eclesial de condena absoluta al aborto ha sido cuestionada por teólogos
católicos como Karl Rahner, S.J, o Bernard Haring, que creen que el aborto es
permisible en las primeras etapas de gestación. Ambos defiende la idea de la
hominización tardía, en este sentido son tradicionalistas auténticos,
seguidores de Santo Tomás.
La posición más categórica de la Iglesia
Católica en contra del aborto, ha sido del papa Juan Pablo II al intentar
imponer sus puntos de vista conservadores sobre sexualidad, “Atacar una vida que todavía no ha visto la
luz en cualquier momento de su concepción es minar la totalidad del orden
moral, auténtico guardián del bienestar humano. La defensa de la absoluta
inviolabilidad de la vida todavía no nacida forma parte de la defensa de los
derechos y de la dignidad humana.[5]
Lo que sí debe aclararse es que para los católicos este tema sigue siendo
opinable, ya que no es un “dogma de fe.
Los Grupos Pro Vida, en Chile, desconocen
el largo y rico debate filosófico y teológico respecto del aborto y todos los
matices que implica, y se aferran a una definición retrógrada del tema. Es palpable
que existe un distanciamiento entre los preceptos de la Iglesia y las prácticas
cotidianas de sus miembros. Estudios realizados indican que el aborto es común
en los países predominantemente católicos, demostrando que la decisión de
interrumpir el embarazo tiene poca relación con la práctica de la religión
católica. Los datos obtenidos en Chile por el Dr. Mariano Requena indican que
la proporción de embarazos terminados en aborto entre las mujeres católicas no
difiere entre las mujeres sin religión; esto indica que la prohibición moral no
tiene ningún efecto sobre la decisión de abortar cuando el embarazo resulta
insoportable para la mujer. [6]
Sin duda que el debate actual en Chile,
sobre el aborto por tres causales (y en general sobre la moral sexual), por parte de los sectores Pro Vida, ni
siquiera tiene sustento en el rico debate teológico al interior de la Iglesia,
sino más bien se basa en prejuicios, en tergiversaciones, en posturas
ideológicas, sectarias y reduccionistas.
[1]
Jane Hurst, en “La historia de las ideas sobre el aborto en la Iglesia
católica: lo que no fue contado”, “Católicas por el Derecho a Decidir”.
[2]
MarjorieReileyMaguire y Daniel C. Maguire,“Aborto:Una guía para tomar
decisiones éticas”, http://www.ts.ucr.ac.cr/binarios/meri/md-00010.pdf
[4]
Paulo VI, Encíclica Humanae Vitae, Roma 1968
[5]
Juan Pablo II, Discurso en Limerick, Irlanda, 1-10-79
[6] Dr. Aníbal Faúndez, Aspectos médicos
del aborto inducido, en el Encuentro de Parlamentarios de América Latina y el
Caribe sobre Aborto Inducido. Bogotá, 1998, p. 9.
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