viernes, 17 de marzo de 2017

LA INCONSISTENCIA DE LOS GRUPOS “PRO VIDA” SOBRE EL ABORTO.

El proyecto que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, más allá de los argumentos científicos, implica una serie de controversias desde el punto de vista religioso.    En Chile los sectores “Pro Vida” se basan casi exclusivamente en éstos argumentos para oponerse a una práctica que es de salud pública y de Derechos de la Mujer,  y no del ámbito de las convicciones  espirituales. Pero aun así, la argumentación de estos sectores es discutible, ya que se basa en  la intolerancia, el fundamentalismo y el integrismo más conservador y no toma en cuenta un debate teológico de larga data en la historia.

En el mundo conviven diversas filosofías y religiones con distintas posturas con respecto al momento exacto en que el embrión se convierte en un "ser humano con alma". Hay tradiciones que creen en la denominada “hominización tardía”, que explicaría el momento en que un embrión se convierte en ser humano. La hominización tardía ocurre cuando la infusión del alma ocurre en algún momento después de la concepción. [1]


Otros creen que la vida no comienza sino cuando el feto es "viable". “Hoy en día se tiende más a creer que un feto se convierte en una persona cuando es “viable”, es decir, cuando no depende del claustro materno para el sustento de su vida física”.[2] Según la literatura médica, un feto es viable cuando los órganos críticos, como los pulmones y los riñones, están lo suficientemente desarrollados para funcionar con o sin atención médica. En general, alrededor de las 24 semanas el feto podría nacer y sobrevivir con el cuidado adecuado. Según el Diccionario de ciencias médicas, “Viable: Dícese del feto o recién nacido llegado a tal grado de  desarrollo orgánico que es capaz de vivir fuera del útero.”

Muchas religiones no se oponen al aborto sino que creen que esta práctica se permite bajo ciertas condiciones, mientras otras lo dejan a discreción de la persona de acuerdo a lo que dicte su conciencia.

El trato que se le ha dado al aborto no sólo difiere entre las distintas confesiones religiosas sino que ha originado numerosas controversias en el interior de las mismas. Dichas polémicas han variado a lo largo de la historia y continúan siendo objeto de un constante debate en el cual no hay unanimidad de opiniones. La discusión es intensa entre los sectores más conservadores y los sectores más liberales de dichas comunidades. Esto es válido para el Islam, el Judaísmo como para muchas confesiones cristianas.

Santo Tomás de Aquino,  el más importante de los filósofos y teólogos cristianos, sigue  a  Aristóteles en el concepto de la “animación”. Para Aristóteles, el feto no tenía vida originariamente. Sólo a partir de un cierto tiempo de gestación, el alma le sería infundida a través de la  “animación”. Para el filósofo griego, ese momento era de cuarenta días para el sexo masculino y ochenta para el femenino.
Santo Tomás distingue entre el feto inanimado (en cuyo caso no se habla de aborto o no se condena como homicidio), y del feto animado; el enfoque no está en el feto como ‘niño por nacer’, sino en la pregunta cuando existe el alma, y cuándo la persona es responsable de pecado. Lo claro es que Santo Tomás de Aquino insistía en que la ‘animación del feto’ no ocurría el momento de la concepción. [3]

Pero, para la Iglesia Católica Romana actual,  el aborto está prohibido bajo cualquier circunstancia,  ya que afirman que la vida humana comienza con la concepción, dado que con la implantación del código genético, esa criatura es persona humana, merece ser tratada como tal y tiene derecho a la protección de su vida. En la Encíclica Humanae Vitae se dice: “En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas” [4] mayoría de los teólogos enseñaban que el feto se convertía en un ser humano con alma humana a partir de los 40 días (a veces más tarde) después de la concepción.  Solo a partir de 1869, con Pio IX la práctica del aborto bajo cualquier circunstancia se convirtió en un pecado grave castigado con la excomunión. Pero la postura de la jerarquía eclesial de condena absoluta al aborto ha sido cuestionada por teólogos católicos como Karl Rahner, S.J, o Bernard Haring, que creen que el aborto es permisible en las primeras etapas de gestación. Ambos defiende la idea de la hominización tardía, en este sentido son tradicionalistas auténticos, seguidores de Santo Tomás. 

La posición más categórica de la Iglesia Católica en contra del aborto, ha sido del papa Juan Pablo II al intentar imponer sus puntos de vista conservadores sobre sexualidad,  “Atacar una vida que todavía no ha visto la luz en cualquier momento de su concepción es minar la totalidad del orden moral, auténtico guardián del bienestar humano. La defensa de la absoluta inviolabilidad de la vida todavía no nacida forma parte de la defensa de los derechos y de la dignidad humana.[5] Lo que sí debe aclararse es que para los católicos este tema sigue siendo opinable, ya que no es un “dogma de fe. 

Los Grupos Pro Vida, en Chile, desconocen el largo y rico debate filosófico y teológico respecto del aborto y todos los matices que implica, y se aferran a una definición retrógrada del tema. Es palpable que existe un distanciamiento entre los preceptos de la Iglesia y las prácticas cotidianas de sus miembros. Estudios realizados indican que el aborto es común en los países predominantemente católicos, demostrando que la decisión de interrumpir el embarazo tiene poca relación con la práctica de la religión católica. Los datos obtenidos en Chile por el Dr. Mariano Requena indican que la proporción de embarazos terminados en aborto entre las mujeres católicas no difiere entre las mujeres sin religión; esto indica que la prohibición moral no tiene ningún efecto sobre la decisión de abortar cuando el embarazo resulta insoportable para la mujer. [6]

Sin duda que el debate actual en Chile, sobre el aborto por  tres causales  (y en general sobre la moral sexual),  por parte de los sectores Pro Vida, ni siquiera tiene sustento en el rico debate teológico al interior de la Iglesia, sino más bien se basa en prejuicios, en tergiversaciones, en posturas ideológicas, sectarias y reduccionistas.  




[1] Jane Hurst, en “La historia de las ideas sobre el aborto en la Iglesia católica: lo que no fue contado”, “Católicas por el Derecho a Decidir”.
[2] MarjorieReileyMaguire y Daniel C. Maguire,“Aborto:Una guía para tomar decisiones éticas”,  http://www.ts.ucr.ac.cr/binarios/meri/md-00010.pdf
[3]  Summa Theologica, 3, 10, 64 http://bibloiteca.campusdominicano.org/
[4] Paulo VI, Encíclica Humanae Vitae, Roma 1968
[5] Juan Pablo II, Discurso en Limerick, Irlanda, 1-10-79
[6] Dr. Aníbal Faúndez, Aspectos médicos del aborto inducido, en el Encuentro de Parlamentarios de América Latina y el Caribe sobre Aborto Inducido. Bogotá, 1998, p. 9.

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