50 AÑOS. LA UNIDAD POPULAR: VIGENCIA O NOSTALGIA. **
“Los problemas en Chile se pueden resolver. Nuestro
país cuenta con grandes
riquezas como el cobre y otros minerales, un gran
potencial hidroeléctrico, vastas
extensiones de bosques, un largo litoral rico en
especies marinas, una superficie agrícola
más que suficiente, etc. Cuenta, además, con la
voluntad de trabajo y progreso de los
chilenos, junto con su capacidad técnica y
profesional. ¿Qué es entonces lo que ha
fallado?”
Programa
de la Unidad Popular: Fue aprobado por los Partidos Comunistas, Socialistas,
Radical y Social
Demócrata,
el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y la Acción Popular
Independiente,
el 17 de diciembre de 1969, en Santiago de Chile.
1.
Un Programa
de Cambios Estructurales
A partir de 1970, Chile vivió lo que se
llamó la “Vía Pacífica al Socialismo”, un proceso inédito de transformaciones
sociales, políticas y económicas, con el propósito de terminar con la
desigualdad, la explotación del trabajo asalariado y aumentar
significativamente los espacios de libertad y democracia existentes. Fue un
propósito inserto en el pueblo, desafiante de los poderes del gran capital y del
imperialismo.
Proceso en
el cual finalmente el colapso del gobierno de Salvador Allende no se debió únicamente a las acciones por
separado de
los partidos gobernantes, de la oposición, de las masas, de los militares y de la
descarada intervención extranjera, sino a la convergencia adversa de estos
factores.
Este
análisis hay que realizarlo en el marco histórico que corresponde, donde
primaba como relacionamiento internacional la Guerra Fría, (sobre todo en el
ambiente de la Revolución Cubana), expresándose fundamentalmente en el
enfrentamiento de dos mundos ideológicamente opuestos, por un lado, los EEUU y
por el otro la URSS, cada cuales, con sus respectivos aliados, Europa Occidental
y el Mundo Socialista. Toda la política internacional y como corolario toda la política
mundial estaba basada en la adhesión a uno de los dos bandos preponderantes. Por
tanto, toda acción que emprendiera un país dentro de las esferas de influencia
de las dos potencias dominantes, tendría consecuencia.
En ese
contexto en Chile, surge una coalición de partidos de izquierda encabezados por
comunistas y socialistas junto a otros partidos de centro izquierda, que
inéditamente combinan una ideología leninista de luchas por el poder, pero con
la impronta que en la práctica política tenía una fuerte lealtad a las
instituciones legales e institucionales. Se pueden apreciar tres temas para comprender
el propósito de esta coalición de la Unidad Popular en relación con sus estrategias
políticas. Esto incluye la unificación
de los partidos políticos en torno a la coalición de partidos que siguen
actuando dentro del capitalismo, pero con la intención clara de la abolición de
los estados monopólicos, es el establecimiento del socialismo a la chilena, que
implica un socialismo construido dentro de los márgenes de la institucionalidad
democrática. El principio mencionado es
el plan para crear un nuevo poder: el Poder Popular. [i] Obviamente esta iniciativa tuvo inmediatas
implicancias al interior del país como en la esfera internacional. Estaban
traspasando un orden que era inamovible.
Este
proyecto propone variables desde una filosofía que ve a la economía como base
del concepto de organización política.
Es así como en el Programa de la UP, se manifiesta claramente que…”
las transformaciones revolucionarias que el país necesita sólo podrán
realizarse si el pueblo chileno toma en sus manos el poder y lo ejerce real y
efectivamente…El pueblo de Chile ha conquistado, a través de un largo proceso
de lucha, determinadas libertades y garantías democráticas, por cuya
continuidad debe mantenerse en actitud de alerta y combatir sin tregua…Pero el
poder mismo le es ajeno”. [ii]
La
idea base es construir un Estado capaz de realizar cambios profundos que tengan
como fin poner fin a las desigualdades perennes de la sociedad chilena. “Las
fuerzas populares y revolucionarias no se han unido para luchar por la simple
sustitución de un Presidente de la República por otro, ni para reemplazar a un
partido por otros en el Gobierno, sino para llevar a cabo los cambios de fondo
que la situación nacional exige sobre la base del traspaso del poder, de los
antiguos grupos dominantes a los trabajadores, al campesino y sectores
progresistas de las capas medias de la ciudad y del campo. El triunfo popular
abrirá paso así al régimen político más democrático de la historia del país”.
La
autodefinición revolucionaria de la UP chocó con su concepción reformista y prevista
por etapas sucesivas. A partir de su programa económico el gobierno intentaba
desbloquear los obstáculos para el desarrollo y acabar con el capital
monopólico extranjero y nacional en pos de la posterior edificación del
socialismo.
Es
así como el Programa económico de la UP se basa fundamentalmente en la creación
de una economía mixta, que engrana el sector estatal mixto y privado. “Las
fuerzas populares unidas buscan como objetivo central de su política reemplazar
la actual estructura económica, terminando con el poder del capital monopolista
nacional y extranjero y del latifundio, para iniciar la construcción del socialismo”
…” En la nueva economía la planificación jugará un papel importantísimo. Sus
órganos centrales estarán al más alto nivel administrativo; y sus decisiones,
generadas democráticamente, tendrán carácter ejecutivo”.
“El
proceso de transformación de nuestra economía se inicia con una política
destinada a constituir un área estatal dominante, formada por las empresas que
actualmente posee el Estado más las empresas que se expropien. Como primera
medida se nacionalizarán aquellas riquezas básicas que, como la gran minería
del cobre, hierro, salitre y otras, están en poder de capitales extranjeros y
de los monopolios internos. Así quedarán integrando este sector de actividades
nacionalizadas las siguientes: 1) La gran minería del cobre, salitre, yodo,
hierro y carbón mineral; 2) El sistema financiero del país, en especial la
banca privada y seguros; 3) El comercio exterior; 4) Las grandes empresas y
monopolios de distribución; 5) Los monopolios industriales estratégicos; 6) En
general, aquellas actividades que condicionan el desarrollo económico y social
del país, tales como la producción y distribución de energía eléctrica; el
transporte ferroviario, aéreo y marítimo; las comunicaciones; la producción,
refinación y distribución del petróleo y sus derivados, incluido el gas
licuado; la siderurgia, el cemento, la petroquímica y química pesada, la
celulosa, el papel. Todas estas expropiaciones se harán siempre con pleno
resguardo del interés del pequeño accionista”.
Para
dicha hazaña la UP precisaba de una alianza económica entre productores
(capitalistas nacionales) y consumidores (sectores medios -obreros-asalariados).
Pero el problema remitía a que la apreciación de la UP por parte de los
sectores empresariales era de profunda desconfianza ya que estos afirmaban que traería
graves consecuencias políticas a partir del desencadenamiento de la inflación y
otros desarreglos a la economía, y no estaban dispuestos a garantizar apoyo y
respeto al Estado por su propio carácter de clase dominante, propietaria, y
usuraria. La apreciación de la contraparte clasista también aparenta ser desventajosa
puesto que se suponía ser una clase obrera homogénea en afinidad con el
gobierno a través de sus partidos y la CUT (Central Única de Trabajadores), pero,
sin embargo, este sector se caracterizaba por una amplia heterogeneidad. El mismo
programa de la UP profundizó la segmentación al separar a los trabajadores en
tres áreas económicas, la social/estatal (sectores estratégicos del gran
capital), la mixta y la privada (pequeñas y medianas empresas). Resultando que los
beneficios de las estatizaciones de la gran empresa solo fueron al 10% de los
obreros, mientras el 90% restante solo contemplaba un menor aumento en sus
salarios y la sindicalización.
Los
Partidos Políticos una herramienta fundamental
Partido Comunista.
Dentro de la Unidad Popular, el Partido Comunista se transforma un eje
fundamental Gobierno, continúa sosteniendo un programa nacional popular más que
socialista. En base a esta tesis ideológica, la trayectoria al socialismo se contemplaba
como un tránsito gradual, un proceso de larga duración, con varios gobiernos sucesivos
y un copamiento progresivo del poder. En pos de abrir el camino a la transición
al socialismo, la trayectoria perseguida por los comunistas se enmarcaba en una
rigurosa concepción de la revolución por etapas. Con lo cual la revolución
democrática-burguesa se destacaba como el primer paso programático. En
correlación con esta concepción por fases, las estrategias del PC no contenían
en sí mismas elementos que hicieran peligrar la existencia del Estado burgués
en Chile. Al aceptar las reglas de la burguesía y su práctica, sabían que
dentro de esos márgenes no se podía cambiar el sistema sino modificarlo. La
historia del PC ha sido muy lineal, programáticamente tiene un discurso muy
revolucionario, basado en la lucha de clases, la dictadura del proletariado, sin
embargo, en su práctica política desde sus inicios con Recabaren su
comportamiento fue siempre de actuar dentro de las fronteras de la
institucionalidad burguesa. Sus alianzas internacionales fueron siempre muy
nítidas, eran parte de la III Internacional y como lo dijo Luis Corvalán, en la
entrevista de Eduardo Labarca: “nosotros somos sovietinchas”, y lo fueron hasta
el último día de la caída del poder soviético. [iii] Así el PC, ha
sobrevivido 111 años, sin haber estado nunca imbuida en acciones sediciosas,
golpistas o antidemocráticas.
El
programa y la estrategia del PC en 1969, antes de la formación oficial de la
alianza de la Unidad Popular, el PC buscó una alianza con los partidos de
centroizquierda y, después de 1958, particularmente con el PR. Debido a la
oposición del PS, en 1958 y 1964 la alianza consistió solamente en fuerzas
políticas de la izquierda, y esto, según el PC, había imposibilitado la
victoria: “En 1964 ofrecimos al país un gobierno de PC-PS (…) pero el país nos
negó la victoria porque éramos los únicos protagonistas. Tenemos que construir
un movimiento popular dirigido a un gobierno con una base política y social más
amplia”, expresaba Luis Corvalán, en el Informe al Pleno del CC del PC, 13-16
abril de 1969, ‘Construir una Solución Revolucionaria’.
El
PC estaba convencido que, a menos que el FRAP agrandara sus fuerzas y llegara a
un acuerdo con los radicales, y otras fuerzas de centro el movimiento popular
no podría elegir a un Presidente marxista. Esta posición fue recalcada, aun con
más energía, en el 14° Congreso General del Partido de 1969: “...la clave para
responder a la pregunta con relación a un poder en beneficio del pueblo, yace
en la unificación de sus fuerzas, para construir la Unidad Popular”. [iv]
Partido Socialista.
El origen próximo del Partido Socialista se encuentra en la República
Socialista de los 12 días, (1932) el movimiento encabezado por Marmaduke Grove
y Eugenio Matte Hurtado, y en el cual participaron Oscar Schnake, Eugenio
González, Oscar Cifuentes, Carlos Alberto Martínez y otros dirigentes que
concurrirán posteriormente a la fundación del PS.
El
respaldo popular a la experiencia encabezada por Grove, el Programa y las
medidas llevadas adelante por la República Socialista y, fundamentalmente su
derrocamiento, indicaron la necesidad de un Partido que retomara esa herencia.
Los
líderes de los distintos movimientos decidieron dar forma a un Partido que
interpretara y recogiera aquel caudal revolucionario, lo que sucedió el 19 de
abril de 1933, cuando se creó el Partido Socialista, cuyo primer Secretario
General fue Oscar Schnake. A su formación confluyeron: La Nueva Acción Pública
(NAP), dirigida por Eugenio Matte Hurtado, Carlos Alberto Martínez y Marmaduke
Grove; la Acción Revolucionaria Socialista, dirigida por Eugenio González Rojas
y Oscar Schnake; la Orden Socialista, dirigida por Arturo Bianchi, y los
Partidos Socialista Marxista y Socialista Unificado.
El
Partido Socialista nació del seno del pueblo con el respaldo y apoyo de la
clase obrera y la participación activa y combativa de artesanos e intelectuales
revolucionarios, de profesionales y de vastos sectores de clase media baja.
Desde aquella fecha el Partido ha estado presente en todos los acontecimientos
importantes de la vida política nacional y fundamentalmente en la lucha de la
clase trabajadora.
Participó
como una de las fuerzas principales en el Frente Popular, luchó contra las
fuerzas fascistas a las que enfrentó derrotándolas en el combate callejero y en
el seno de las masas. [v]
Posteriormente
el Partido Socialista que adscribió al marxismo-leninismo, fundamentalmente adhirió
a la combinación de distintas formas de lucha. Esta maleabilidad táctica,
responde a un proceso de transformaciones al interior del partido que se
produce en el contexto de las teorías de la dependencia y las esperanzas
revolucionarias generadas por la Revolución Cubana. Frente a la gran lección de
Cuba, la trayectoria al socialismo se define como una necesidad de rápido tránsito
entre el sistema capitalista y el sistema socialista.
En
el Congreso Socialista de Chillán de 1967, su manifiesto político no era del
todo coincidente con lo que sería el Programa de la UP, y desde allí, surgieron
discrepancias al interior de Partido respecto a las estrategias que se establecieron
para la Campaña Presidencial de 1970, que implicaba la incorporación de partidos
burgueses, como el Partido Radical, el PRI o incluso la DC.
En las
conclusiones del Congreso de Chillán se establecen estrategias y tácticas que
finalmente terminan por no coincidir del todo con lo que sería el naciente
Programa para el Gobierno de 1970, en esa dirección se dice que” hoy se discute
mucho acerca de tácticas pacíficas o violentas, legales o ilegales. Nosotros
partimos del principio de la incorporación de la violencia a la lucha de clases”. “La discusión sobre las tácticas no debe
hacernos olvidar un hecho que nos es dado: la burguesía ha incorporado desde
sus orígenes, la violencia a la relación con las clases explotadas”. “Toda la
historia de la clase trabajadora está teñida con la sangre y marcada con el
terror desencadenado por las capas dominantes. Esto es tan válido para el Chile
“legalista” y pseudo democrático como para cualquier otro país del mundo. La violencia burguesa no sólo se ejerce a
mano armada. Está representada también por la existencia permanente del aparato
de coacción, con sus expresiones física:
la fuerza armada, legal, la justicia e ideológica: la educación, la
iglesia, la propaganda, etc. La violencia contrarrevolucionaria es mucho más
que el uso de los fusiles”.
Pero
argumentaba que “la violencia revolucionaria resulta inevitable y legítima para
los explotados. Es la única manera eficaz de hacer frente a la represión
contrarrevolucionaria y de abrir camino a la toma del poder y a su ulterior
defensa y fortalecimiento. La violencia
revolucionaria es también más amplia que la lucha armada. Son formas de la
violencia revolucionaria todas aquellas tácticas que atropellen la legalidad
reaccionaria. En la lucha de clases, los revolucionarios deben usar las
diferentes tácticas violentas, no de acuerdo a sus particulares deseos o
temperamento, sino de acuerdo con las condiciones concretas del proceso
revolucionario, escalonado generalmente a través de las siguientes etapas:
resistencia y lucha armada”. [vi]
Casi
cuatro meses después de la victoria de Salvador Allende a fines de enero de
1971, Carlos Altamirano fue elegido como nuevo secretario general del Partido
Socialista (PS) en el Congreso de La Serena. Él y sus partidarios arrasaron en
las elecciones de esa instancia: coparon los 45 cargos del Comité Central y la
Comisión Política fue integrada por dirigentes que tenían un promedio de edad
de 33 años. La tendencia más joven y pro cubana del socialismo criollo dominó
el partido. [vii]
No
pasó mucho tiempo antes de que Altamirano se diera cuenta de que llevar
adelante el programa de gobierno de la UP, apoyado firmemente por Allende,
sería imposible de cumplir sin socavar las principales bases de la
institucionalidad burguesa que imperaba en Chile. Estaba seguro de que había
que reformar el Parlamento, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y las
estructuras gubernamentales. Paralelamente se debía organizar lo que denominó
el Poder Popular, organizar los Cordones Industriales y los Comandos Comunales
de Base, entre otras variadas instancias. De allí la Consigna de “Avanzar sin
Transar”, que finalmente generó posiciones divergentes al interior de la
coalición de Gobierno, que marcaron la tendencia durante todo el Gobierno de
Allende.
Cuesta
separar lo que hizo y dijo Altamirano en aquellos años de la UP de lo que
expresó más tarde desde su exilio y luego en su regreso a Chile. Reconoció que
su retórica no fue la más adecuada y que tomó algunas decisiones erradas, pero
siempre insistió en que la revolución socialista impulsada por Allende era
imposible sin cambios profundos en las estructuras políticas, sociales y
económicas del país. El problema crucial fue que, para alcanzar esos cambios
profundos, el Gobierno, y la Coalición de Partidos que lo acompañaban, así como
el movimiento popular deberían haber estado en una sola línea y no lo
estuvieron, debilitando grandemente la gestión del Presidente Allende, frente a
la inusitada y brutal embestida de la derecha y del imperialismo, interviniendo
y boicoteando descaradamente la economía chilena.
Durante
la Dictadura el Partido Socialista sufrió escisiones internas. En la década de
1980 esta división continuó. Mientras el partido de Almeyda se unió al Movimiento
Democrático Popular, los sectores renovados se unieron a la Alianza
Democrática.
El 2 de
febrero de 1988 ambos grupos del partido concurrieron, junto a otras
colectividades políticas opositoras al régimen, a fundar la Concertación de
Partidos por el NO de cara al Plebiscito Nacional para decidir la continuidad
de Pinochet por ochos años más. Esta coalición logró el 5 de octubre de ese año
el triunfo en el plebiscito que derrocó al gobierno militar. En noviembre de
ese año, el PS-Almeyda, la Izquierda Cristiana y el Partido Comunista, entre
otras organizaciones de izquierda, crearon un partido "instrumental"
denominado Partido Amplio de Izquierda Socialista. PAIS.
Más adelante,
la Concertación de Partidos por la Democracia designó al
democratacristiano Patricio Aylwin Azócar como su abanderado
presidencial, quien se convirtió en el primer presidente democrático después
del Golpe Militar. Luego bruscos cambios en el ambiente internacional con la
caída de los socialismos reales y de la caída del Muro de Berlín, se precipitó
la unidad partidaria, la cual se concretó el 27 de diciembre de 1989. Entre el
22 y el 25 de noviembre de 1990 se realizó el Congreso de Unidad Salvador
Allende, donde se incorporaron al partido miembros del Movimiento de
Acción Popular Unitaria y de la Izquierda Cristiana, entre otros.
El 19 de
diciembre de 1990, el Partido Socialista de Chile vuelve a ser legalmente
constituido, y hasta el día de hoy ha participado activamente en los gobiernos
democráticos, de Aylwin, Frei, Bachelet y Boric, convirtiéndose en un eje de
sustentación importante de esas administraciones, además de su participación en
el Parlamento, Municipios, Gobernaciones, y con una gran presencia en el mundo
social.
El Movimiento de Acción Popular
Unitaria, nació a partir de un fraccionamiento producido en el
seno del Partido Demócrata Cristiano (PDC) fundado el 19 de mayo de 1969, por
Rodrigo Ambrosio, que desde sus inicios estuvo vinculado al campesinado y a los
movimientos estudiantiles universitarios. El MAPU sufrió una escisión en 1971,
luego de un pleno nacional donde quedaron en evidencia dos corrientes,
aquellos que querían declaran a la colectividad netamente marxista y otros
seguidores de una corriente más institucional y democrática, que finalmente
abandonan el partido y forman la Izquierda Cristiana (IC) en octubre de 1971. Hacia
marzo de 1973, el MAPU nuevamente se dividió en dos corrientes: el MAPU
propiamente tal, que se declaró marxista-leninista y más radicalizado liderado
por Óscar Guillermo Garretón y el MAPU Obrero Campesino MOC, de tendencias más
moderadas y afines al Partido Comunista y Partido Radical, sosteniendo que el
gobierno de Salvador Allende era "la principal conquista revolucionaria
lograda por la lucha popular y democrática".
Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIR. Por otro lado, en el Gobierno Popular, el Movimiento
de Izquierda Revolucionaria MIR, tuvo una influencia importante, al margen de
los partidos de la UP, percibía la crisis del sistema de dominación chileno, no
como algo efímero que pudiera reencauzarse con una serie de reformas, sino que
en ella contemplaban factores de prefiguración de una situación revolucionaria.
Ante
el recrudecimiento de las contradicciones al interior de la burguesía y el
aumento del grado de efervescencia del movimiento de masas, el panorama chileno
se presentaba apto para la conversión de la crisis de dominación burguesa en
una ‘crisis revolucionaria’. Según el MIR, estos elementos. previos a la
situación, debían ser conducidos y aprovechados a tiempo, para derrocar a la burguesía
y al imperialismo y establecer un Estado popular-revolucionario. La condición
para el ascenso de este tipo de Estado estaba centrada en el desarrollo del
poder de masas alternativo al poder del Estado burgués y la consecuente
destrucción del aparato estatal. El MIR advertía que, de no ser asumida
correctamente la correlación de fuerzas y su debido control, la situación
prerrevolucionaria desembocaría en una contrarrevolución.
3.
La
UP, una experiencia democrática.
En
el Programa de la UP queda meridianamente claro el aspecto democrático y pluriclasista
de su propuesta, situación que a mérito de los Partidos integrantes de la
coalición constituían el centro de la propuesta popular. Incluso a pesar del
discurso disruptivo del MIR, este grupo, respetó las bases de la
institucionalidad y desde su perspectiva colaboró con el Gobierno de Salvador
Allende. Es así como en el Programa de la UP, reiteradamente se menciona que,
“el Gobierno Popular garantizará el ejercicio de los derechos democráticos y
respetará las garantías individuales y sociales de todo el pueblo. La libertad
de conciencia, de palabra, de prensa y de reunión, la inviolabilidad del
domicilio y los derechos de sindicalización y de organización regirán
efectivamente sin las cortapisas con que los limitan actualmente las clases
dominantes”.
Agregando
que “para que esto sea efectivo, las organizaciones sindicales y sociales de
los obreros, empleados, campesinos, pobladores, dueñas de casa, estudiantes,
profesionales, intelectuales, artesanos, pequeños y medianos empresarios y
demás sectores de trabajadores serán llamadas a intervenir en el rango que les
corresponda en las decisiones de los órganos de poder. Por ejemplo, en las
instituciones de previsión y de seguridad social, estableceremos la
administración por sus propios imponentes, asegurando a ellos la elección
democrática y en votación secreta de sus consejos directivos. Respecto de las
empresas del sector público, sus consejos directivos y sus comités de
producción deben contar con mandatarios directos de sus obreros y empleados”.
“Asimismo,
el Gobierno Popular garantizará el derecho de los trabajadores al empleo y a la
huelga y de todo el pueblo a la educación y a la cultura, con pleno respeto de
todas las ideas y de las creencias religiosas, garantizando el ejercicio de su
culto. Se extenderán todos los derechos y garantías democráticas entregando a
las organizaciones sociales los medios reales para ejercerlos y creando los
mecanismos que les permitan actuar en los diferentes niveles del aparato del
Estado”.
La
unidad y organización del pueblo estaba a la base de todo el Programa y de la
concepción política de la UP. “El Gobierno Popular asentará esencialmente su
fuerza y su autoridad en el apoyo que le brinde el pueblo organizado. Esta es
nuestra concepción de gobierno fuerte, opuesta por tanto a la que acuñan la
oligarquía y el imperialismo que identifican la autoridad con la coerción
ejercida contra el pueblo. El Gobierno Popular será pluripartidista. Estará
integrado por todos los partidos, movimientos y corrientes revolucionarias.
Será así un ejecutivo verdaderamente democrático, representativo y cohesionado.
El Gobierno Popular respetará los derechos de la oposición que se ejerza dentro
de los marcos legales”. [viii]
Es
necesario insistir que la política de alianzas del Partido Comunista se
encontraba condicionada por su concepción del proceso por etapas de la
revolución. A partir de las contradicciones inter-burguesas (las clases medias
con respecto al gran capital extranjero/nacional y los sectores latifundistas)
que atravesaba el sistema, el PC buscaba utilizar esta situación en beneficio
de las grandes mayorías. Para esto su intención era no aumentar las
divergencias y generar una alianza con los sectores medios. La expresión programática
de esta estrategia se encontró cristalizada en las tres áreas de producción
(Área Social, Privada y Mixta) impulsadas por la Unidad Popular. Para concertar
esta alianza táctica con las capas medias burguesas el Partido Comunista se apoyaba
en sectores organizados del proletariado urbano y rural, en búsqueda de una
forma de cooperación de clases. Los constantes intentos de acuerdo con la
Democracia Cristiana impulsados por el PC constituían la correspondencia
política de esta tesis de coalición progresista. En principio esta situación en
parte se logró, en cuanto el programa de Radomiro Tomic, era bastante
coincidente con el programa de Allende en varias materias, pero rápidamente en
el curso del Gobierno, la mayoría conservadora de la DC, transa con la derecha
y se transforma en un declarado opositor a la Unidad Popular.
Por
otro lado, la política de alianzas impulsada por el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria, era equivalente a la del PC en cuanto a los enemigos a combatir
(gran burguesía e imperialismo) y en la necesidad de constituir algún tipo de
compromiso con capas burguesas medias y pequeñas. Pero la divergencia entre las
alianzas tácticas de estas dos organizaciones se refleja en la determinación
del bloque revolucionario mismo. Para el MIR, este debía establecer su eje en
el proletariado organizado, sumando la movilización de amplias masas populares
de la ciudad y el campo, e ir incorporando a los sectores más empobrecidos de
la pequeña burguesía, a pesar del origen del MIR, evidentemente inserto en los
sectores medios intelectuales del país.
4.
Movimiento
Popular / Poder Popular
En
la experiencia chilena el poder popular adquiere, inserto en la dinámica de la
lucha de clases, la capacidad de generar órganos activos con respecto al Estado
con la potencialidad de producir efectivamente instancias de poder. Los
diversos sectores fueron adquiriendo cada vez mayor conciencia de sí, aglutinándose
en organizaciones con reivindicaciones propias, pero capaces de articular demandas
e intereses con otros sectores y con el Estado. Estos organismos de participación,
se convierten en instancias de apoyo masivo al gobierno y actúan en forma reactiva
a los avances de la derecha. La Unidad Popular, de acuerdo con su
autoproclamación de gobierno popular sostenía el objetivo de conducir las
movilizaciones de las masas dentro de los marcos de la institucionalidad
democrática.
Sin
embargo, frente a los boicots de la derecha y del imperialismo y al
profundizarse la lucha de clases, el poder popular desarrolla iniciativas independientes,
llegando incluso a desafiar al gobierno que los representaba. Cuando la
dinámica de la lucha social superó los marcos institucionales de la estrategia
del gobierno, las organizaciones de poder popular se convirtieron palmariamente
en entes claves en la defensa del gobierno que habían elegido.
En
este contexto de relación sociedad y gobierno, hay tres aspectos que inciden en
el desarrollo de toda la política y estrategia del Gobierno de Allende. Uno es
el movimiento de pobladores de Chile que tiene una larga tradición organizativa
en distintos comités de vecinos. Una de las primeras expresiones de estos
grupos fue en la década del 40, cuando por medio del Comité de los Sin Casa
comenzaron las primeras ‘tomas de terrenos’ y la construcción de campamentos. De
esa experiencia surge uno de los aportes más significativos de la Democracia
Cristiana y el del Gobierno de Frei Montalva, la llamada “promoción popular, las
Juntas de Vecinos, los centros de madres”, todas expresiones de organización
popular territorial. Luego de sufrir la represión por parte de diversos
gobiernos y ejercer presión para conseguir planes de vivienda estatales, el
movimiento de pobladores encuentra un gobierno aliado en la Unidad Popular.
Dependiendo del grado de desarrollo, protagonismo y politización de las propias
organizaciones de base en las distintas coyunturas este movimiento llega a
alcanzar una autonomía relativa y los movimientos de pobladores alcanzaron su
propio desarrollo.
Durante
la coyuntura en 1970, los movimientos de pobladores despertaron el interés de
los distintos partidos de izquierda y de la Democracia Cristiana, ya que la
reivindicación habitacional se había convertido en un eje del conflicto
político.
Otra
de las instancias donde se expresó el Poder Popular fue en la conformación de
los Cordones Industriales surgidos durante la huelga patronal de 1972. A lo
largo de la historia del movimiento obrero y las luchas sindicales de Chile
existió una oscilación entre etapas de autonomía y subordinación en cuanto al
Estado y los partidos políticos. La debilidad objetiva que poseía la CUT, en
cuanto a su déficit de representatividad de la clase obrera se une a su
organización vertical, lo que explica la incapacidad de la Central para
posicionarse al frente de los Cordones Industriales, que adquieren vida propia.
Por
otro lado, el período de la Unidad Popular es el momento de mayor participación
sociopolítica de los trabajadores y, a la vez, una etapa de subordinación de la
dirigencia sindical a los proyectos del gobierno. La vía institucional de la UP
y su consecuente alianza con la burguesía nacional, impone grandes
consecuencias en las relaciones entre el gobierno y el movimiento obrero, ya
que esta alianza no cuestionaba la propiedad de los medios de producción. Al
convulsionarse las masas en la profundización de la lucha de clases, la CUT
busca con premura contener al movimiento obrero en los marcos de la línea
institucional. Esto se intenta llevar a cabo cuando los dirigentes de la CUT,
prescinden de cualquier intento de autodeterminación de los trabajadores,
produciendo una mayor división del movimiento obrero.
Estas
expresiones de poder popular cobran fuerza frente a la embestida sediciosa de
la estrategia de boicot como fue el paro de los empresarios camioneros, que
generaron, la paralización del país, el desabastecimiento de alimentos e
insumos básicos, con todas las consecuencias sociales que ello tuvo.
Fue
durante la crisis de octubre del 72 que se pusieron en marcha los Cordones
Industriales y se estableció, frente a los boicots golpistas, un lazo de
conexión y solidaridad con el movimiento de los pobladores. En esta coyuntura
el movimiento poblacional logra un salto cualitativo y se relaciona con la
lucha sindical generando una vinculación política y organizativa, de tipo
coyuntural con el movimiento obrero, a través de órganos locales que propendían
a la generación de poder popular.
Pero
el enmarcar a la movilización popular dentro de la legalidad burguesa, las
políticas gubernamentales pretendían menguar el desarrollo de una mayor
conflictividad social. El avance del movimiento obrero sobre las riendas del
proceso y las iniciativas populares en la construcción del poder popular, produjeron
cada vez más fisuras, y una posterior distancia, entre las masas y la Unidad
Popular (y dentro de los mismos partidos de la coalición).
Las
diferencias entre las concepciones ideológicas, las alianzas que estas
proponían, el papel otorgado al aparato estatal y la relación con las masas
movilizadas, constituyen una contraposición infranqueable entre el PC y el MIR
y otros grupos ultraizquierdistas. Sin embargo, las contradicciones de la
izquierda conforman sólo uno de los factores que permitieron el desenlace
ocurrido. La emergencia de un Poder Popular genuino que se levantaba en defensa
de su gobierno, de sus derechos y sus reivindicaciones frente un gobierno que claramente
no fue capaz de imponer su visión de Estado y de los cambios que no correspondían
a su programa, generaron una brecha que fue aprovechada ampliamente por la oposición.
Ante
este escenario, la huelga patronal demostró que la dinámica de la lucha de
clases había llegado a un punto donde las organizaciones populares se
encontraban en condiciones de dar un salto cualitativo en su movilización y
organización para avanzar en la etapa de lograr verdaderamente cambios más
profundos y permanentes, pero impedida por la confluente división de miradas.
Sin embargo, el estado de desarrollo del movimiento obrero y el movimiento de
pobladores requería una conducción unificada y revolucionaria que nunca se
conformó. La gran contradicción de la vía chilena fue la intención de reformar
a la sociedad desde la estructura estatal en un marco burgués y simultáneamente
movilizar a las masas desde abajo, las cuales terminaron por desbordar el
sistema vigente. No era posible avanzar a un cambio de sistema sin la unidad
férrea de todos los incumbentes.
5.
El
Desenlace Trágico.
El
desarrollo de los acontecimientos desembocó en la única cuestión en la que la
UP, el MIR y el pueblo se ponían de acuerdo en no tolerar: el golpe de Estado.
La incontrolabilidad del proceso, expresada en la radicalización de las masas,
se intentó calmar desde la UP y el PC, se quiso explotar su potencial desde el
MIR y terminó siendo capitalizada en el golpe de la derecha fascista del 11 de septiembre
de 1973.
Cuando
Allende necesitó de la expresión de apoyo y la movilización popular, la mayoría
del pueblo se encontraba en casa desarmada y en completa ignorancia del peligro
que su acción pasiva representaba para la democracia chilena. El 21 de octubre
de 1972 es sancionada la Ley de Control de Armas, a través de allanamientos de
sindicatos, poblaciones y locales de los distintos partidos, lo que provoca el
repliegue final de las fuerzas de izquierda y la movilización popular.
En
ese contexto, Patricio Aylwin elaboró desde el Parlamento una alternativa que
vino a cooptar las opciones de la derecha. Se trataba de un acuerdo para unir
fuerzas, entre el Partido Demócrata Cristiano con el Partido Nacional. Finalmente,
el miércoles 22 de agosto de 1973, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de
acuerdo que denunciaba el «Grave Quebrantamiento del Orden Constitucional y
Legal de la República» en el gobierno de Salvador Allende. Ese fue el Golpe
antes del Golpe.
Tanto
la Declaración de la Corte Suprema como de la Cámara de Diputados contra
Allende en 1973, fueron solo Declaraciones Políticas. Ninguna de las dos
declaraciones implicó una sentencia o juicio como tal, eran más bien actos de
abierta sedición política, pero sin una consecuencia clara o inmediata. Por lo
tanto, sí, el gobierno fue declarado inconstitucional, eso no tenía las mismas
consecuencias que tiene actualmente y hay que ver las declaraciones en su
contexto.
Ante
esas circunstancias Allende anunció al país, que llamaría a un Plebiscito para
dirimir la situación de crisis y evitar el Golpe de Estado. El llamamiento lo
haría el 11 de septiembre desde un acto en la Universidad Técnica del Estado
UTE. En la madrugada de ese 11, todo terminó con el alzamiento de la Armada en Valparaíso
y el posterior bombardeo a la Moneda. El resto, la tragedia y la ignominia que
cayó sobre el país, es otra historia.
A
50 años del Golpe militar, surge la pregunta, la tentativa de la Unidad Popular
y la experiencia del Gobierno de Salvador Allende está vigente en sus grandes
líneas de promover grandes cambios políticos económicos y sociales, o es solo
nostalgia y el futuro que nos espera va por otros derroteros diferentes a esos
tiempos de gloria y de lucha.
Ronald
Wilson
Licenciado
en Historia y Relaciones Internacionales
** Este Artículo es un análisis personal de la historia, debatible, no imponible a nadie ni compromete a ninguna entidad.
[i] Kondolf, Cecilia (2011). La
Unidad Popular y el Poder Popular. Chile
1970-1973.
XIII Jornadas Inter escuelas/Departamentos de Historia.
Departamento
de Historia de la Facultad de Humanidades, Universidad
Nacional
de Catamarca, Catamarca.
[ii] Centro
de Estudios Bicentenario. Programa de la Unidad Popular, 1069
[iii] https://archivo-obrero.com/eduardo-labarca-el-chile-de-luis-corvalan/
[iv] https://books.openedition.org/ariadnaediciones/484?lang=es
[v] https://www.pschile.cl/historia/
[vi]
https://www.socialismo-chileno.org/PS/congresos/22-1967/Documento-CONGRESO-CHILLAN%201967.pdf
[vii]
http://www.archivochile.com/Izquierda_chilena/ps/del/ICHdelps0016.pdf
[viii] Centro
de Estudios Bicentenario. Programa de la Unidad Popular, 1069
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http://www.alianzabolivariana.org/pdf/pueblo_sin_armas.pdf