lunes, 28 de agosto de 2023

 



50 AÑOS. LA UNIDAD POPULAR:  VIGENCIA O NOSTALGIA. **

“Los problemas en Chile se pueden resolver. Nuestro país cuenta con grandes

riquezas como el cobre y otros minerales, un gran potencial hidroeléctrico, vastas

extensiones de bosques, un largo litoral rico en especies marinas, una superficie agrícola

más que suficiente, etc. Cuenta, además, con la voluntad de trabajo y progreso de los

chilenos, junto con su capacidad técnica y profesional. ¿Qué es entonces lo que ha

fallado?”

Programa de la Unidad Popular: Fue aprobado por los Partidos Comunistas, Socialistas, Radical y Social

Demócrata, el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y la Acción Popular

Independiente, el 17 de diciembre de 1969, en Santiago de Chile.

 

 

1.     Un Programa de Cambios Estructurales

A partir de 1970, Chile vivió lo que se llamó la “Vía Pacífica al Socialismo”, un proceso inédito de transformaciones sociales, políticas y económicas, con el propósito de terminar con la desigualdad, la explotación del trabajo asalariado y aumentar significativamente los espacios de libertad y democracia existentes. Fue un propósito inserto en el pueblo, desafiante de los poderes del gran capital y del imperialismo.

Proceso en el cual finalmente el colapso del gobierno de Salvador Allende no se debió únicamente a las acciones por separado de los partidos gobernantes, de la oposición, de las masas, de los militares y de la descarada intervención extranjera, sino a la convergencia adversa de estos factores.  

Este análisis hay que realizarlo en el marco histórico que corresponde, donde primaba como relacionamiento internacional la Guerra Fría, (sobre todo en el ambiente de la Revolución Cubana), expresándose fundamentalmente en el enfrentamiento de dos mundos ideológicamente opuestos, por un lado, los EEUU y por el otro la URSS, cada cuales, con sus respectivos aliados, Europa Occidental y el Mundo Socialista. Toda la política internacional y como corolario toda la política mundial estaba basada en la adhesión a uno de los dos bandos preponderantes. Por tanto, toda acción que emprendiera un país dentro de las esferas de influencia de las dos potencias dominantes, tendría consecuencia.

En ese contexto en Chile, surge una coalición de partidos de izquierda encabezados por comunistas y socialistas junto a otros partidos de centro izquierda, que inéditamente combinan una ideología leninista de luchas por el poder, pero con la impronta que en la práctica política tenía una fuerte lealtad a las instituciones legales e institucionales. Se pueden apreciar tres temas para comprender el propósito de esta coalición de la Unidad Popular en relación con sus estrategias políticas.  Esto incluye la unificación de los partidos políticos en torno a la coalición de partidos que siguen actuando dentro del capitalismo, pero con la intención clara de la abolición de los estados monopólicos, es el establecimiento del socialismo a la chilena, que implica un socialismo construido dentro de los márgenes de la institucionalidad democrática.  El principio mencionado es el plan para crear un nuevo poder: el Poder Popular. [i]   Obviamente esta iniciativa tuvo inmediatas implicancias al interior del país como en la esfera internacional. Estaban traspasando un orden que era inamovible.

Este proyecto propone variables desde una filosofía que ve a la economía como base del concepto de organización política.  Es así como en el Programa de la UP, se manifiesta claramente que…” las transformaciones revolucionarias que el país necesita sólo podrán realizarse si el pueblo chileno toma en sus manos el poder y lo ejerce real y efectivamente…El pueblo de Chile ha conquistado, a través de un largo proceso de lucha, determinadas libertades y garantías democráticas, por cuya continuidad debe mantenerse en actitud de alerta y combatir sin tregua…Pero el poder mismo le es ajeno”.  [ii]

La idea base es construir un Estado capaz de realizar cambios profundos que tengan como fin poner fin a las desigualdades perennes de la sociedad chilena. “Las fuerzas populares y revolucionarias no se han unido para luchar por la simple sustitución de un Presidente de la República por otro, ni para reemplazar a un partido por otros en el Gobierno, sino para llevar a cabo los cambios de fondo que la situación nacional exige sobre la base del traspaso del poder, de los antiguos grupos dominantes a los trabajadores, al campesino y sectores progresistas de las capas medias de la ciudad y del campo. El triunfo popular abrirá paso así al régimen político más democrático de la historia del país”.

La autodefinición revolucionaria de la UP chocó con su concepción reformista y prevista por etapas sucesivas. A partir de su programa económico el gobierno intentaba desbloquear los obstáculos para el desarrollo y acabar con el capital monopólico extranjero y nacional en pos de la posterior edificación del socialismo.

Es así como el Programa económico de la UP se basa fundamentalmente en la creación de una economía mixta, que engrana el sector estatal mixto y privado. “Las fuerzas populares unidas buscan como objetivo central de su política reemplazar la actual estructura económica, terminando con el poder del capital monopolista nacional y extranjero y del latifundio, para iniciar la construcción del socialismo” …” En la nueva economía la planificación jugará un papel importantísimo. Sus órganos centrales estarán al más alto nivel administrativo; y sus decisiones, generadas democráticamente, tendrán carácter ejecutivo”.

“El proceso de transformación de nuestra economía se inicia con una política destinada a constituir un área estatal dominante, formada por las empresas que actualmente posee el Estado más las empresas que se expropien. Como primera medida se nacionalizarán aquellas riquezas básicas que, como la gran minería del cobre, hierro, salitre y otras, están en poder de capitales extranjeros y de los monopolios internos. Así quedarán integrando este sector de actividades nacionalizadas las siguientes: 1) La gran minería del cobre, salitre, yodo, hierro y carbón mineral; 2) El sistema financiero del país, en especial la banca privada y seguros; 3) El comercio exterior; 4) Las grandes empresas y monopolios de distribución; 5) Los monopolios industriales estratégicos; 6) En general, aquellas actividades que condicionan el desarrollo económico y social del país, tales como la producción y distribución de energía eléctrica; el transporte ferroviario, aéreo y marítimo; las comunicaciones; la producción, refinación y distribución del petróleo y sus derivados, incluido el gas licuado; la siderurgia, el cemento, la petroquímica y química pesada, la celulosa, el papel. Todas estas expropiaciones se harán siempre con pleno resguardo del interés del pequeño accionista”.

Para dicha hazaña la UP precisaba de una alianza económica entre productores (capitalistas nacionales) y consumidores (sectores medios -obreros-asalariados). Pero el problema remitía a que la apreciación de la UP por parte de los sectores empresariales era de profunda desconfianza ya que estos afirmaban que traería graves consecuencias políticas a partir del desencadenamiento de la inflación y otros desarreglos a la economía, y no estaban dispuestos a garantizar apoyo y respeto al Estado por su propio carácter de clase dominante, propietaria, y usuraria. La apreciación de la contraparte clasista también aparenta ser desventajosa puesto que se suponía ser una clase obrera homogénea en afinidad con el gobierno a través de sus partidos y la CUT (Central Única de Trabajadores), pero, sin embargo, este sector se caracterizaba por una amplia heterogeneidad. El mismo programa de la UP profundizó la segmentación al separar a los trabajadores en tres áreas económicas, la social/estatal (sectores estratégicos del gran capital), la mixta y la privada (pequeñas y medianas empresas). Resultando que los beneficios de las estatizaciones de la gran empresa solo fueron al 10% de los obreros, mientras el 90% restante solo contemplaba un menor aumento en sus salarios y la sindicalización.

Los Partidos Políticos una herramienta fundamental

Partido Comunista. Dentro de la Unidad Popular, el Partido Comunista se transforma un eje fundamental Gobierno, continúa sosteniendo un programa nacional popular más que socialista. En base a esta tesis ideológica, la trayectoria al socialismo se contemplaba como un tránsito gradual, un proceso de larga duración, con varios gobiernos sucesivos y un copamiento progresivo del poder. En pos de abrir el camino a la transición al socialismo, la trayectoria perseguida por los comunistas se enmarcaba en una rigurosa concepción de la revolución por etapas. Con lo cual la revolución democrática-burguesa se destacaba como el primer paso programático. En correlación con esta concepción por fases, las estrategias del PC no contenían en sí mismas elementos que hicieran peligrar la existencia del Estado burgués en Chile. Al aceptar las reglas de la burguesía y su práctica, sabían que dentro de esos márgenes no se podía cambiar el sistema sino modificarlo. La historia del PC ha sido muy lineal, programáticamente tiene un discurso muy revolucionario, basado en la lucha de clases, la dictadura del proletariado, sin embargo, en su práctica política desde sus inicios con Recabaren su comportamiento fue siempre de actuar dentro de las fronteras de la institucionalidad burguesa. Sus alianzas internacionales fueron siempre muy nítidas, eran parte de la III Internacional y como lo dijo Luis Corvalán, en la entrevista de Eduardo Labarca: “nosotros somos sovietinchas”, y lo fueron hasta el último día de la caída del poder soviético. [iii] Así el PC, ha sobrevivido 111 años, sin haber estado nunca imbuida en acciones sediciosas, golpistas o antidemocráticas. [1]

El programa y la estrategia del PC en 1969, antes de la formación oficial de la alianza de la Unidad Popular, el PC buscó una alianza con los partidos de centroizquierda y, después de 1958, particularmente con el PR. Debido a la oposición del PS, en 1958 y 1964 la alianza consistió solamente en fuerzas políticas de la izquierda, y esto, según el PC, había imposibilitado la victoria: “En 1964 ofrecimos al país un gobierno de PC-PS (…) pero el país nos negó la victoria porque éramos los únicos protagonistas. Tenemos que construir un movimiento popular dirigido a un gobierno con una base política y social más amplia”, expresaba Luis Corvalán, en el Informe al Pleno del CC del PC, 13-16 abril de 1969, ‘Construir una Solución Revolucionaria’.

El PC estaba convencido que, a menos que el FRAP agrandara sus fuerzas y llegara a un acuerdo con los radicales, y otras fuerzas de centro el movimiento popular no podría elegir a un Presidente marxista. Esta posición fue recalcada, aun con más energía, en el 14° Congreso General del Partido de 1969: “...la clave para responder a la pregunta con relación a un poder en beneficio del pueblo, yace en la unificación de sus fuerzas, para construir la Unidad Popular”.  [iv]

Partido Socialista. El origen próximo del Partido Socialista se encuentra en la República Socialista de los 12 días, (1932) el movimiento encabezado por Marmaduke Grove y Eugenio Matte Hurtado, y en el cual participaron Oscar Schnake, Eugenio González, Oscar Cifuentes, Carlos Alberto Martínez y otros dirigentes que concurrirán posteriormente a la fundación del PS.

El respaldo popular a la experiencia encabezada por Grove, el Programa y las medidas llevadas adelante por la República Socialista y, fundamentalmente su derrocamiento, indicaron la necesidad de un Partido que retomara esa herencia.

Los líderes de los distintos movimientos decidieron dar forma a un Partido que interpretara y recogiera aquel caudal revolucionario, lo que sucedió el 19 de abril de 1933, cuando se creó el Partido Socialista, cuyo primer Secretario General fue Oscar Schnake. A su formación confluyeron: La Nueva Acción Pública (NAP), dirigida por Eugenio Matte Hurtado, Carlos Alberto Martínez y Marmaduke Grove; la Acción Revolucionaria Socialista, dirigida por Eugenio González Rojas y Oscar Schnake; la Orden Socialista, dirigida por Arturo Bianchi, y los Partidos Socialista Marxista y Socialista Unificado.

El Partido Socialista nació del seno del pueblo con el respaldo y apoyo de la clase obrera y la participación activa y combativa de artesanos e intelectuales revolucionarios, de profesionales y de vastos sectores de clase media baja. Desde aquella fecha el Partido ha estado presente en todos los acontecimientos importantes de la vida política nacional y fundamentalmente en la lucha de la clase trabajadora.

Participó como una de las fuerzas principales en el Frente Popular, luchó contra las fuerzas fascistas a las que enfrentó derrotándolas en el combate callejero y en el seno de las masas. [v]

Posteriormente el Partido Socialista que adscribió al marxismo-leninismo, fundamentalmente adhirió a la combinación de distintas formas de lucha. Esta maleabilidad táctica, responde a un proceso de transformaciones al interior del partido que se produce en el contexto de las teorías de la dependencia y las esperanzas revolucionarias generadas por la Revolución Cubana. Frente a la gran lección de Cuba, la trayectoria al socialismo se define como una necesidad de rápido tránsito entre el sistema capitalista y el sistema socialista.

En el Congreso Socialista de Chillán de 1967, su manifiesto político no era del todo coincidente con lo que sería el Programa de la UP, y desde allí, surgieron discrepancias al interior de Partido respecto a las estrategias que se establecieron para la Campaña Presidencial de 1970, que implicaba la incorporación de partidos burgueses, como el Partido Radical, el PRI o incluso la DC.   

En las conclusiones del Congreso de Chillán se establecen estrategias y tácticas que finalmente terminan por no coincidir del todo con lo que sería el naciente Programa para el Gobierno de 1970, en esa dirección se dice que” hoy se discute mucho acerca de tácticas pacíficas o violentas, legales o ilegales. Nosotros partimos del principio de la incorporación de la violencia a la lucha de clases”.  “La discusión sobre las tácticas no debe hacernos olvidar un hecho que nos es dado: la burguesía ha incorporado desde sus orígenes, la violencia a la relación con las clases explotadas”. “Toda la historia de la clase trabajadora está teñida con la sangre y marcada con el terror desencadenado por las capas dominantes. Esto es tan válido para el Chile “legalista” y pseudo democrático como para cualquier otro país del mundo.  La violencia burguesa no sólo se ejerce a mano armada. Está representada también por la existencia permanente del aparato de coacción, con sus expresiones física:  la fuerza armada, legal, la justicia e ideológica: la educación, la iglesia, la propaganda, etc. La violencia contrarrevolucionaria es mucho más que el uso de los fusiles”.

Pero argumentaba que “la violencia revolucionaria resulta inevitable y legítima para los explotados. Es la única manera eficaz de hacer frente a la represión contrarrevolucionaria y de abrir camino a la toma del poder y a su ulterior defensa y fortalecimiento.  La violencia revolucionaria es también más amplia que la lucha armada. Son formas de la violencia revolucionaria todas aquellas tácticas que atropellen la legalidad reaccionaria. En la lucha de clases, los revolucionarios deben usar las diferentes tácticas violentas, no de acuerdo a sus particulares deseos o temperamento, sino de acuerdo con las condiciones concretas del proceso revolucionario, escalonado generalmente a través de las siguientes etapas: resistencia y lucha armada”.  [vi]

Casi cuatro meses después de la victoria de Salvador Allende a fines de enero de 1971, Carlos Altamirano fue elegido como nuevo secretario general del Partido Socialista (PS) en el Congreso de La Serena. Él y sus partidarios arrasaron en las elecciones de esa instancia: coparon los 45 cargos del Comité Central y la Comisión Política fue integrada por dirigentes que tenían un promedio de edad de 33 años. La tendencia más joven y pro cubana del socialismo criollo dominó el partido. [vii]

No pasó mucho tiempo antes de que Altamirano se diera cuenta de que llevar adelante el programa de gobierno de la UP, apoyado firmemente por Allende, sería imposible de cumplir sin socavar las principales bases de la institucionalidad burguesa que imperaba en Chile. Estaba seguro de que había que reformar el Parlamento, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y las estructuras gubernamentales. Paralelamente se debía organizar lo que denominó el Poder Popular, organizar los Cordones Industriales y los Comandos Comunales de Base, entre otras variadas instancias. De allí la Consigna de “Avanzar sin Transar”, que finalmente generó posiciones divergentes al interior de la coalición de Gobierno, que marcaron la tendencia durante todo el Gobierno de Allende.

Cuesta separar lo que hizo y dijo Altamirano en aquellos años de la UP de lo que expresó más tarde desde su exilio y luego en su regreso a Chile. Reconoció que su retórica no fue la más adecuada y que tomó algunas decisiones erradas, pero siempre insistió en que la revolución socialista impulsada por Allende era imposible sin cambios profundos en las estructuras políticas, sociales y económicas del país. El problema crucial fue que, para alcanzar esos cambios profundos, el Gobierno, y la Coalición de Partidos que lo acompañaban, así como el movimiento popular deberían haber estado en una sola línea y no lo estuvieron, debilitando grandemente la gestión del Presidente Allende, frente a la inusitada y brutal embestida de la derecha y del imperialismo, interviniendo y boicoteando descaradamente la economía chilena.

Durante la Dictadura el Partido Socialista sufrió escisiones internas. En la década de 1980 esta división continuó. Mientras el partido de Almeyda se unió al Movimiento Democrático Popular, los sectores renovados se unieron a la Alianza Democrática.

El 2 de febrero de 1988 ambos grupos del partido concurrieron, junto a otras colectividades políticas opositoras al régimen, a fundar la Concertación de Partidos por el NO de cara al Plebiscito Nacional para decidir la continuidad de Pinochet por ochos años más. Esta coalición logró el 5 de octubre de ese año el triunfo en el plebiscito que derrocó al gobierno militar. En noviembre de ese año, el PS-Almeyda, la Izquierda Cristiana y el Partido Comunista, entre otras organizaciones de izquierda, crearon un partido "instrumental" denominado Partido Amplio de Izquierda Socialista. PAIS.

Más adelante, la Concertación de Partidos por la Democracia designó al democratacristiano Patricio Aylwin Azócar como su abanderado presidencial, quien se convirtió en el primer presidente democrático después del Golpe Militar. Luego bruscos cambios en el ambiente internacional con la caída de los socialismos reales y de la caída del Muro de Berlín, se precipitó la unidad partidaria, la cual se concretó el 27 de diciembre de 1989. Entre el 22 y el 25 de noviembre de 1990 se realizó el Congreso de Unidad Salvador Allende, donde se incorporaron al partido miembros del Movimiento de Acción Popular Unitaria y de la Izquierda Cristiana, entre otros.

El 19 de diciembre de 1990, el Partido Socialista de Chile vuelve a ser legalmente constituido, y hasta el día de hoy ha participado activamente en los gobiernos democráticos, de Aylwin, Frei, Bachelet y Boric, convirtiéndose en un eje de sustentación importante de esas administraciones, además de su participación en el Parlamento, Municipios, Gobernaciones, y con una gran presencia en el mundo social.

El Movimiento de Acción Popular Unitaria, nació a partir de un fraccionamiento producido en el seno del Partido Demócrata Cristiano (PDC) fundado el 19 de mayo de 1969, por Rodrigo Ambrosio, que desde sus inicios estuvo vinculado al campesinado y a los movimientos estudiantiles universitarios. El MAPU sufrió una escisión en 1971, ​ luego de un pleno nacional donde quedaron en evidencia dos corrientes, aquellos que querían declaran a la colectividad netamente marxista y otros seguidores de una corriente más institucional y democrática, que finalmente abandonan el partido y forman la Izquierda Cristiana (IC) en octubre de 1971. ​ Hacia marzo de 1973, el MAPU nuevamente se dividió en dos corrientes: el MAPU propiamente tal, que se declaró marxista-leninista y más radicalizado liderado por Óscar Guillermo Garretón y el MAPU Obrero Campesino MOC, de tendencias más moderadas y afines al Partido Comunista y Partido Radical, sosteniendo que el gobierno de Salvador Allende era "la principal conquista revolucionaria lograda por la lucha popular y democrática".

Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR. Por otro lado, en el Gobierno Popular, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, tuvo una influencia importante, al margen de los partidos de la UP, percibía la crisis del sistema de dominación chileno, no como algo efímero que pudiera reencauzarse con una serie de reformas, sino que en ella contemplaban factores de prefiguración de una situación revolucionaria.

Ante el recrudecimiento de las contradicciones al interior de la burguesía y el aumento del grado de efervescencia del movimiento de masas, el panorama chileno se presentaba apto para la conversión de la crisis de dominación burguesa en una ‘crisis revolucionaria’. Según el MIR, estos elementos. previos a la situación, debían ser conducidos y aprovechados a tiempo, para derrocar a la burguesía y al imperialismo y establecer un Estado popular-revolucionario. La condición para el ascenso de este tipo de Estado estaba centrada en el desarrollo del poder de masas alternativo al poder del Estado burgués y la consecuente destrucción del aparato estatal. El MIR advertía que, de no ser asumida correctamente la correlación de fuerzas y su debido control, la situación prerrevolucionaria desembocaría en una contrarrevolución.

3.     La UP, una experiencia democrática.

En el Programa de la UP queda meridianamente claro el aspecto democrático y pluriclasista de su propuesta, situación que a mérito de los Partidos integrantes de la coalición constituían el centro de la propuesta popular. Incluso a pesar del discurso disruptivo del MIR, este grupo, respetó las bases de la institucionalidad y desde su perspectiva colaboró con el Gobierno de Salvador Allende. Es así como en el Programa de la UP, reiteradamente se menciona que, “el Gobierno Popular garantizará el ejercicio de los derechos democráticos y respetará las garantías individuales y sociales de todo el pueblo. La libertad de conciencia, de palabra, de prensa y de reunión, la inviolabilidad del domicilio y los derechos de sindicalización y de organización regirán efectivamente sin las cortapisas con que los limitan actualmente las clases dominantes”.

Agregando que “para que esto sea efectivo, las organizaciones sindicales y sociales de los obreros, empleados, campesinos, pobladores, dueñas de casa, estudiantes, profesionales, intelectuales, artesanos, pequeños y medianos empresarios y demás sectores de trabajadores serán llamadas a intervenir en el rango que les corresponda en las decisiones de los órganos de poder. Por ejemplo, en las instituciones de previsión y de seguridad social, estableceremos la administración por sus propios imponentes, asegurando a ellos la elección democrática y en votación secreta de sus consejos directivos. Respecto de las empresas del sector público, sus consejos directivos y sus comités de producción deben contar con mandatarios directos de sus obreros y empleados”.

“Asimismo, el Gobierno Popular garantizará el derecho de los trabajadores al empleo y a la huelga y de todo el pueblo a la educación y a la cultura, con pleno respeto de todas las ideas y de las creencias religiosas, garantizando el ejercicio de su culto. Se extenderán todos los derechos y garantías democráticas entregando a las organizaciones sociales los medios reales para ejercerlos y creando los mecanismos que les permitan actuar en los diferentes niveles del aparato del Estado”.

La unidad y organización del pueblo estaba a la base de todo el Programa y de la concepción política de la UP. “El Gobierno Popular asentará esencialmente su fuerza y su autoridad en el apoyo que le brinde el pueblo organizado. Esta es nuestra concepción de gobierno fuerte, opuesta por tanto a la que acuñan la oligarquía y el imperialismo que identifican la autoridad con la coerción ejercida contra el pueblo. El Gobierno Popular será pluripartidista. Estará integrado por todos los partidos, movimientos y corrientes revolucionarias. Será así un ejecutivo verdaderamente democrático, representativo y cohesionado. El Gobierno Popular respetará los derechos de la oposición que se ejerza dentro de los marcos legales”. [viii]

Es necesario insistir que la política de alianzas del Partido Comunista se encontraba condicionada por su concepción del proceso por etapas de la revolución. A partir de las contradicciones inter-burguesas (las clases medias con respecto al gran capital extranjero/nacional y los sectores latifundistas) que atravesaba el sistema, el PC buscaba utilizar esta situación en beneficio de las grandes mayorías. Para esto su intención era no aumentar las divergencias y generar una alianza con los sectores medios. La expresión programática de esta estrategia se encontró cristalizada en las tres áreas de producción (Área Social, Privada y Mixta) impulsadas por la Unidad Popular. Para concertar esta alianza táctica con las capas medias burguesas el Partido Comunista se apoyaba en sectores organizados del proletariado urbano y rural, en búsqueda de una forma de cooperación de clases. Los constantes intentos de acuerdo con la Democracia Cristiana impulsados por el PC constituían la correspondencia política de esta tesis de coalición progresista. En principio esta situación en parte se logró, en cuanto el programa de Radomiro Tomic, era bastante coincidente con el programa de Allende en varias materias, pero rápidamente en el curso del Gobierno, la mayoría conservadora de la DC, transa con la derecha y se transforma en un declarado opositor a la Unidad Popular.  

Por otro lado, la política de alianzas impulsada por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, era equivalente a la del PC en cuanto a los enemigos a combatir (gran burguesía e imperialismo) y en la necesidad de constituir algún tipo de compromiso con capas burguesas medias y pequeñas. Pero la divergencia entre las alianzas tácticas de estas dos organizaciones se refleja en la determinación del bloque revolucionario mismo. Para el MIR, este debía establecer su eje en el proletariado organizado, sumando la movilización de amplias masas populares de la ciudad y el campo, e ir incorporando a los sectores más empobrecidos de la pequeña burguesía, a pesar del origen del MIR, evidentemente inserto en los sectores medios intelectuales del país.  

4.     Movimiento Popular / Poder Popular

En la experiencia chilena el poder popular adquiere, inserto en la dinámica de la lucha de clases, la capacidad de generar órganos activos con respecto al Estado con la potencialidad de producir efectivamente instancias de poder. Los diversos sectores fueron adquiriendo cada vez mayor conciencia de sí, aglutinándose en organizaciones con reivindicaciones propias, pero capaces de articular demandas e intereses con otros sectores y con el Estado. Estos organismos de participación, se convierten en instancias de apoyo masivo al gobierno y actúan en forma reactiva a los avances de la derecha. La Unidad Popular, de acuerdo con su autoproclamación de gobierno popular sostenía el objetivo de conducir las movilizaciones de las masas dentro de los marcos de la institucionalidad democrática.

Sin embargo, frente a los boicots de la derecha y del imperialismo y al profundizarse la lucha de clases, el poder popular desarrolla iniciativas independientes, llegando incluso a desafiar al gobierno que los representaba. Cuando la dinámica de la lucha social superó los marcos institucionales de la estrategia del gobierno, las organizaciones de poder popular se convirtieron palmariamente en entes claves en la defensa del gobierno que habían elegido.

En este contexto de relación sociedad y gobierno, hay tres aspectos que inciden en el desarrollo de toda la política y estrategia del Gobierno de Allende. Uno es el movimiento de pobladores de Chile que tiene una larga tradición organizativa en distintos comités de vecinos. Una de las primeras expresiones de estos grupos fue en la década del 40, cuando por medio del Comité de los Sin Casa comenzaron las primeras ‘tomas de terrenos’ y la construcción de campamentos. De esa experiencia surge uno de los aportes más significativos de la Democracia Cristiana y el del Gobierno de Frei Montalva, la llamada “promoción popular, las Juntas de Vecinos, los centros de madres”, todas expresiones de organización popular territorial. Luego de sufrir la represión por parte de diversos gobiernos y ejercer presión para conseguir planes de vivienda estatales, el movimiento de pobladores encuentra un gobierno aliado en la Unidad Popular. Dependiendo del grado de desarrollo, protagonismo y politización de las propias organizaciones de base en las distintas coyunturas este movimiento llega a alcanzar una autonomía relativa y los movimientos de pobladores alcanzaron su propio desarrollo.

Durante la coyuntura en 1970, los movimientos de pobladores despertaron el interés de los distintos partidos de izquierda y de la Democracia Cristiana, ya que la reivindicación habitacional se había convertido en un eje del conflicto político.

Otra de las instancias donde se expresó el Poder Popular fue en la conformación de los Cordones Industriales surgidos durante la huelga patronal de 1972. A lo largo de la historia del movimiento obrero y las luchas sindicales de Chile existió una oscilación entre etapas de autonomía y subordinación en cuanto al Estado y los partidos políticos. La debilidad objetiva que poseía la CUT, en cuanto a su déficit de representatividad de la clase obrera se une a su organización vertical, lo que explica la incapacidad de la Central para posicionarse al frente de los Cordones Industriales, que adquieren vida propia.

Por otro lado, el período de la Unidad Popular es el momento de mayor participación sociopolítica de los trabajadores y, a la vez, una etapa de subordinación de la dirigencia sindical a los proyectos del gobierno. La vía institucional de la UP y su consecuente alianza con la burguesía nacional, impone grandes consecuencias en las relaciones entre el gobierno y el movimiento obrero, ya que esta alianza no cuestionaba la propiedad de los medios de producción. Al convulsionarse las masas en la profundización de la lucha de clases, la CUT busca con premura contener al movimiento obrero en los marcos de la línea institucional. Esto se intenta llevar a cabo cuando los dirigentes de la CUT, prescinden de cualquier intento de autodeterminación de los trabajadores, produciendo una mayor división del movimiento obrero.

Estas expresiones de poder popular cobran fuerza frente a la embestida sediciosa de la estrategia de boicot como fue el paro de los empresarios camioneros, que generaron, la paralización del país, el desabastecimiento de alimentos e insumos básicos, con todas las consecuencias sociales que ello tuvo.

Fue durante la crisis de octubre del 72 que se pusieron en marcha los Cordones Industriales y se estableció, frente a los boicots golpistas, un lazo de conexión y solidaridad con el movimiento de los pobladores. En esta coyuntura el movimiento poblacional logra un salto cualitativo y se relaciona con la lucha sindical generando una vinculación política y organizativa, de tipo coyuntural con el movimiento obrero, a través de órganos locales que propendían a la generación de poder popular.

Pero el enmarcar a la movilización popular dentro de la legalidad burguesa, las políticas gubernamentales pretendían menguar el desarrollo de una mayor conflictividad social. El avance del movimiento obrero sobre las riendas del proceso y las iniciativas populares en la construcción del poder popular, produjeron cada vez más fisuras, y una posterior distancia, entre las masas y la Unidad Popular (y dentro de los mismos partidos de la coalición).

Las diferencias entre las concepciones ideológicas, las alianzas que estas proponían, el papel otorgado al aparato estatal y la relación con las masas movilizadas, constituyen una contraposición infranqueable entre el PC y el MIR y otros grupos ultraizquierdistas. Sin embargo, las contradicciones de la izquierda conforman sólo uno de los factores que permitieron el desenlace ocurrido. La emergencia de un Poder Popular genuino que se levantaba en defensa de su gobierno, de sus derechos y sus reivindicaciones frente un gobierno que claramente no fue capaz de imponer su visión de Estado y de los cambios que no correspondían a su programa, generaron una brecha que fue aprovechada ampliamente por la oposición.

Ante este escenario, la huelga patronal demostró que la dinámica de la lucha de clases había llegado a un punto donde las organizaciones populares se encontraban en condiciones de dar un salto cualitativo en su movilización y organización para avanzar en la etapa de lograr verdaderamente cambios más profundos y permanentes, pero impedida por la confluente división de miradas. Sin embargo, el estado de desarrollo del movimiento obrero y el movimiento de pobladores requería una conducción unificada y revolucionaria que nunca se conformó. La gran contradicción de la vía chilena fue la intención de reformar a la sociedad desde la estructura estatal en un marco burgués y simultáneamente movilizar a las masas desde abajo, las cuales terminaron por desbordar el sistema vigente. No era posible avanzar a un cambio de sistema sin la unidad férrea de todos los incumbentes.

5.     El Desenlace Trágico.

El desarrollo de los acontecimientos desembocó en la única cuestión en la que la UP, el MIR y el pueblo se ponían de acuerdo en no tolerar: el golpe de Estado. La incontrolabilidad del proceso, expresada en la radicalización de las masas, se intentó calmar desde la UP y el PC, se quiso explotar su potencial desde el MIR y terminó siendo capitalizada en el golpe de la derecha fascista del 11 de septiembre de 1973.

Cuando Allende necesitó de la expresión de apoyo y la movilización popular, la mayoría del pueblo se encontraba en casa desarmada y en completa ignorancia del peligro que su acción pasiva representaba para la democracia chilena. El 21 de octubre de 1972 es sancionada la Ley de Control de Armas, a través de allanamientos de sindicatos, poblaciones y locales de los distintos partidos, lo que provoca el repliegue final de las fuerzas de izquierda y la movilización popular.

En ese contexto, Patricio Aylwin elaboró desde el Parlamento una alternativa que vino a cooptar las opciones de la derecha. Se trataba de un acuerdo para unir fuerzas, entre el Partido Demócrata Cristiano con el Partido Nacional. Finalmente, el miércoles 22 de agosto de 1973, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de acuerdo que denunciaba el «Grave Quebrantamiento del Orden Constitucional y Legal de la República» en el gobierno de Salvador Allende. Ese fue el Golpe antes del Golpe.

Tanto la Declaración de la Corte Suprema como de la Cámara de Diputados contra Allende en 1973, fueron solo Declaraciones Políticas. Ninguna de las dos declaraciones implicó una sentencia o juicio como tal, eran más bien actos de abierta sedición política, pero sin una consecuencia clara o inmediata. Por lo tanto, sí, el gobierno fue declarado inconstitucional, eso no tenía las mismas consecuencias que tiene actualmente y hay que ver las declaraciones en su contexto.

Ante esas circunstancias Allende anunció al país, que llamaría a un Plebiscito para dirimir la situación de crisis y evitar el Golpe de Estado. El llamamiento lo haría el 11 de septiembre desde un acto en la Universidad Técnica del Estado UTE. En la madrugada de ese 11, todo terminó con el alzamiento de la Armada en Valparaíso y el posterior bombardeo a la Moneda. El resto, la tragedia y la ignominia que cayó sobre el país, es otra historia.

A 50 años del Golpe militar, surge la pregunta, la tentativa de la Unidad Popular y la experiencia del Gobierno de Salvador Allende está vigente en sus grandes líneas de promover grandes cambios políticos económicos y sociales, o es solo nostalgia y el futuro que nos espera va por otros derroteros diferentes a esos tiempos de gloria y de lucha.

Ronald Wilson

Licenciado en Historia y Relaciones Internacionales

 ** Este Artículo es un análisis personal de la historia, debatible, no imponible a nadie ni compromete a ninguna entidad.

 


 



[1] La política de Rebelión Popular del PC de 1980, fue precisamente un acto de recuperación democrática ante una tiranía, situación reconocida como válida por Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica (Tratado sobre la Ley) afirma que quien perturba al régimen tiránico no incurre en sedición, a menos que se altere el régimen de tal modo que el pueblo sufra más que el tirano. Por lo que moralmente admite el derecho de resistencia frente a la tiranía”.



[i] Kondolf, Cecilia (2011). La Unidad Popular y el Poder Popular. Chile

1970-1973. XIII Jornadas Inter escuelas/Departamentos de Historia.

Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades, Universidad

Nacional de Catamarca, Catamarca.

[ii] Centro de Estudios Bicentenario. Programa de la Unidad Popular, 1069

[iii] https://archivo-obrero.com/eduardo-labarca-el-chile-de-luis-corvalan/

[iv] https://books.openedition.org/ariadnaediciones/484?lang=es

[v] https://www.pschile.cl/historia/

[vi] https://www.socialismo-chileno.org/PS/congresos/22-1967/Documento-CONGRESO-CHILLAN%201967.pdf

[vii] http://www.archivochile.com/Izquierda_chilena/ps/del/ICHdelps0016.pdf

[viii] Centro de Estudios Bicentenario. Programa de la Unidad Popular, 1069

 

Algunas referencias bibliográficas

 

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