El informe anual de la ONG,
presentado en Buenos aires, advierte que la región ha sido “la más desigual y
violenta del mundo
Gobernantes que justifican sus
políticas de seguridad con ataques a inmigrantes y refugiados han convertido a
este mundo en un lugar más peligroso. Y América Latina no ha salido
indemne, sobre todo porque desde la llegada de
Donald Trump a la Casa Blanca su “retórica del odio” ha calado en gobiernos
como Argentina, donde un decreto presidencial endureció las políticas de acogida.
Ese ha sido el resumen de la situación regional de los Derechos Humanos en 2016
elaborado por Amnistía Internacional (AI), un texto de 477 páginas que la
organización presentó en Buenos Aires con información de159 países.
“2016 muestra en América Latina un
gran retroceso en Derechos Humanos. Fue la región más desigual y violenta del
mundo y lo más grave es que la sociedad no reacciona”, dijo Mariela Belski,
directora de AI Argentina. La presentación tuvo un capítulo especial para
Venezuela. El director de AI en ese país, Marcos Gómez, destacó “algunas
señales positivas”, como la liberación de un preso de conciencia y sentencias
relacionadas con las muertes registradas en las manifestaciones de 2014, pero
denunció que el gobierno de Nicolás Maduro promueve aún “la detención
arbitraria” de opositores y el uso de tribunales militares contra civiles. Con
todo, “el gran problema de la gente común en Venezuela es la crisis económica,
que es real”, sentenció Gómez.
Amnistía Internacional registró en
2016 un viraje hacia políticas cada vez más duras contra los inmigrantes y los
refugiados. Y Trump vaticina que este año no será mejor. “La retórica del odio
en boca de líderes internacionales genera esta idea de ellos contra nosotros. Y
esto que está sucediendo en Estados Unidos está teniendo correlatos en el mundo
y, paradójicamente, en Argentina como primer país.
A dos días de la asunción de Trump,
Macri cambió una ley migratoria, que tuvo 10 años de debate, con un decreto de
necesidad y urgencia, urgencia que no hay”, dijo Belsky. El 30 de enero pasado,
el presidente argentino facilitó y aceleró los procesos
de deportación de extranjeros que hayan cometido delitos. La norma mereció
el rechazo de países como Bolivia, origen de1,5 millones de inmigrantes en
Argentina, al punto que el presidente Evo Morales envió una delegación oficial
para conocer de primera mano los alcances de la norma. AI también criticó lo
que consideró un “doble discurso” del gobierno argentino en un tema tan
sensible como la inmigración. “Cuando Macri saca el decreto [la canciller
Susana] Malcorra asumía ante la CELAC un compromiso
de migración abierta. Hay diálogos paralelos. Afuera Argentina se muestra mucho
más comprometido y progresista que hacia adentro”, dijo Balsky.
El informe dedicó también una atención
particular a Venezuela, donde “el Gobierno puso en peligro la vida y lo
derechos humanos de millones de personas al negar la existencia de una grave
crisis humanitaria y económica y al rechazar pedir ayuda internacional”. “El
problema es que no hay transparencia, no hay estadísticas ni datos precisos.
Este año habrá una inflación de 800%, hay escases de insulina y otros
medicamentos básicos y una caída real del salario. Las medidas oficiales son
retóricas e incentivan las discriminación”, dijo Gómez. El representante de AI
en Venezuela reconoció “señales positivas”, como la liberación de presos
políticos y condenas a responsables de violaciones a los derechos humanos. Pero
recordó que hay problemas estructurales que no se resuelven. Puso como ejemplo los casos del opositor Leopoldo López, condenado a 13 años y 9 meses de
prisión, y del abogado argentino Marcelo Crovato, “arrestado en 2014 cuando
trataba de defender a un vecino mientras estaba siendo allanado”. “Crovato está
ahora peso en su casa, pero en prisión intentó suicidarse”, dijo Gómez.
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