viernes, 17 de marzo de 2017

DIVERSIDAD SEXUAL E INCLUSIÓN

Todo lo que dice relación con la Diversidad Sexual es  necesario analizarlo desde de las relaciones de producción y cómo a partir de esa realidad objetiva es posible concebir a la persona como ser social, como sujeto y titular de derechos humanos y agente de cambios, solo así comprenderemos cuáles son las bases para una Gobernanza desde la mirada de la Diversidad Sexual en Chile.

En un contexto de cambio como el que vivimos, requerimos de una transformación real de las estructuras sociales y un desplazamiento del centro de gravedad de la acción pública. Esto se logra, al involucrar al ciudadano en procesos organizativos de construcción colectiva, de integración e inclusión social con capacidad de acción, como han sido las demandas sociales, de estudiantes, trabajadores, ambientalistas, pobladores, y de la diversidad sexual.


El logro de una buena Gobernanza, implica necesariamente el generar políticas públicas que viabilicen esos objetivos. Si tomamos como ejemplo los debates que se han dado en Chile referido al “Acuerdo de Unión Civil”, y al proyecto que aún se discute en el Parlamento de “Igualdad de Género”, es una oportunidad para el debate democrático, para generar un diálogo abierto, plural e inclusivo. Ya que a pesar de las limitaciones, hemos podido debatir, deliberar, publicitar ideas y contrastarlas con diversas opiniones, en la perspectiva de establecer un pacto entre Estado y Sociedad.

En esta discusión, quienes apoyamos los proyectos relativos a la diversidad sexual, constatamos que vivimos inmersos en una cultura prefijada por un  régimen social, político y económico hetero normativo que impone las prácticas  heterosexuales mediante mecanismos e instituciones que presentan la heterosexualidad como ineludible para el funcionamiento de la sociedad y cómo el único modelo válido de relación sexo afectiva y de parentesco,  idea que obedece a la vez a un modelo hetero céntrico, que supone que todo el mundo es heterosexual y la creencia de que las personas heterosexuales son por naturaleza superiores a las personas homosexuales, bisexuales o trans. Esas son las premisas que debemos deconstruir para avanzar en una comprensión inclusiva y diversa de la sociedad. Se trata simplemente de comprender que desde la inclusión,  el  facilitar la libertad de unos no afecta la libertad de otros.

En este debate muchas veces, nos enfrentamos a los juicios de quienes se oponen al reconocimiento de la Diversidad Sexual,  que  por lo general se basan en argumentos pseudo-  religiosos, fundamentalistas, con dogmas como que el matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer porque así está establecido desde siempre,  o que la familia es una e inamovible y que toda esta discusión está basada en una malévola “ideología del género”.
La discusión nos muestra la necesidad de cimentar un Estado, que se funde en los derechos de las personas y en el respeto pleno por ser diversos, un Estado laico, democrático y plural e inclusivo, con instituciones civiles sin discriminación ni exclusión de ningún tipo.

La discusión sobre la Diversidad Sexual, no es un tema cuantitativo.  Si nos guiáramos por las cifras tampoco podríamos legislar a favor de los derechos de los pueblos indígenas, a favor de los migrantes, de las personas con discapacidad, de los pacientes con enfermedades raras, de las personas en situación de calle, ya que todos son catalogados de minorías.  El argumento del número es falaz y discriminatorio en sí mismo. Los derechos humanos no se protegen por el número de personas que los detentan, ni su regulación requiere que sean  mayorías.

Las  políticas inclusivas en la Diversidad Sexual, tiene que ver con un cambio de los paradigmas culturales partiendo por incluir estas variables en la Reforma Educacional. No es posible que aún no tengamos programas educativos sobre diversidad  sexual  nuestro sistema escolar.

En el Programa del actual Gobierno se dice textualmente: “El compromiso de la Nueva Mayoría aspira a sentar las bases de una sociedad que respeta la diferencia justamente garantizando igualdad de derechos a todos y todas”…”En ese contexto, la elaboración de una Nueva Constitución Política ofrece una oportunidad inmejorable para impulsar el cambio cultural que implica la erradicación de la discriminación desde una perspectiva normativa, al ser esta la base sobre la que se estructura nuestro sistema político, convivencia social y legitimidad de las leyes” 

Pero la  realidad es que la Diversidad Sexual se sigue invisibilizando,  no se registra lo gay, lo trans, lo lésbico o lo intersexual  en nuestra cultura. En los medios de comunicación  - con honrosas excepciones – lo gay se muestra como rareza, motivo de mofa, pero no para generar cultura de la diversidad. 

Incluso esa exclusión y discriminación se da en nuestros partidos políticos, aún en los más progresistas, hasta no hace muchos años, se nos hablaba de la moral revolucionaria, que obviamente no incluía la posibilidad de tener una pareja del mismo sexo.

Por todo ello, los derechos de la Diversidad Sexual  conforman  una coyuntura de debate nacional, para incluir,  visibilizar, repensar las realidades desdeñadas y dejar que un sector siga sufriendo marginación, discriminación, exclusión social y muerte.

En este contexto, el Proceso Constituyente debe incorporar estas temáticas para que el Estado se convierta en garante, protector, y promotor de los derechos de las personas, en condiciones de igualdad y considerando las diferencias.

Si no lo hacemos, se  habrá dado paso a una política, la de la-no- decisión, propia de quienes no asumen la responsabilidad de conducir a sus sociedades a mejores condiciones de vida y la historia nos pasará la cuenta.

Cito a una de las mujeres más relevantes del siglo XX, la dirigente social, política y teórica alemana Rosa Luxemburgo que nos deja palabras  vigentes hasta nuestros días…”Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres".

Ronald Wilson



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