Luís Emilio Recabarren, se distinguió como un educador, gestor
cultural y propagandista. Su ideario político está inmerso en la comprensión de
una cultura obrera que se concebía como autónoma, distinta y contrapuesta a la
cultura burguesa. En esos márgenes él construyó toda su visión teórica y
práctica del quehacer de su clase en la lucha por el socialismo.
En Chile al finalizar el siglo XIX y acercándonos
al Centenario surge como actor social el trabajador manual, ligado principalmente
a la minería y a una incipiente manufactura, pero también vinculado a amplios
sectores de artesanos, trabajadores portuarios, tipógrafos, que conformarán de
una forma más o menos homogénea el proletariado, que junto con sectores medios
como los empleados públicos, y otros trabajadores de empresas comerciales
importadoras, formarán una masa crítica de asalariados, muy distinta al pueblo
sumiso de mediados del XIX.
Estos sectores, influidos entre otros
factores por la presencia en el país de diversos inmigrantes europeos y por
determinados miembros de la elite ilustrada chilena, van a ir absorbiendo y
haciendo suya una concepción del mundo y un ideario diferenciado y autónomo del
mundo conceptual de la oligarquía. Es la cultura obrera, que admira los
adelantos de la ciencia y la tecnología, de la cultura y de la educación que
provienen de la Europa
desarrollada, pero ellos no son científicos ni técnicos, son obreros, que crean
desde sus intereses su propio ethos cultural.
Muchos autores plantean que esta
concepción férreamente clasista y autónoma, se da en Chile por las condiciones
en que nace el movimiento obrero, básicamente compuesto por trabajadores
salitreros, que viven aislados en las oficinas, sometidos a un régimen de
explotación inhumano, teniendo en frente al único patrón es la Compañía y en forma más
remota el Estado, como depositario de los intereses del capital. Pero por otro
lado, tiene la posibilidad de la conformación de una solidaridad y conciencia
de sus propios problemas como clase. Este es el escenario que conoce Recabarren
desde su llegada a Tocopilla en 1903. La conformación de un grupo de
trabajadores que irán creando una conciencia de clase, que prontamente se
reconocerá a sí misma como tal, que tiene una cultura propia, ideas propias,
vida propia, y que desde esa totalidad, enfrenta al capitalismo y a la
oligarquía con todos sus pesares. Este clasismo que se da en los orígenes de la
organización sindical, se traspasará luego en forma natural a la concepción del
partido de clase, por lo cual el Partido Obrero Socialista y el Partido
Comunista son entidades con una acendrada conciencia clasista. (Hernán
Ramírez Necochea, Historia del Movimiento Obrero; Origen y Formación del
Partido Comunista. Fernando Ortiz, El Movimiento Obrero en Chile)
En esta cultura autónoma de clase, está inmersa la idea
del socialismo de Recabarren, por tanto íntimamente unida a la necesidad de
educar, cultivar y generar conciencia en los trabajadores. “El socialismo, dice Recabarren, es el
bienestar real, basado en la moral y en el trabajo común, donde todos los seres
humanos disfruten del placer de ser instruidos, cultos y sepan vivir rodeados
de felicidad sin causar malestar a nadie. Actualmente unos gozan a costa
del sufrimiento y la fatiga de otros, pudiendo gozar todos sin sufrimientos y
sin fatiga. Socialismo es el anhelo de
la educación y de la instrucción para todos, para destruir la ignorancia.
Socialismo es la abolición del trabajo brutal y mortífero para
reemplazarlo por trabajo humano y útil.
Socialismo es el perfeccionamiento, paso a paso, de las costumbres para
modificarlas a medida que broten más nobles ideas y destruir así todo lo que
hay de salvaje todavía entre nosotros.” (El Despertar de los Trabajadores,
Iquique 6 de Junio de 1912)
La
educación un camino de libertad.
Para Recabarren, el triunfo del
socialismo, tiene como premisa la educación y la instrucción para todos, para
destruir la ignorancia. Sin esa base de conocimientos, que aleje definitivamente al obrero de los vicios de la
sociedad capitalista, y que les permita comprender las bondades que implica la
búsqueda de la felicidad que es el
socialismo, es tarea inútil.
En un
artículo denominado “Las Proyecciones de la Acción Sindical ”,
de 1907, Recabarren indica esa necesidad de educación, “mientras el estado de
razón del obrero y empleado no se desarrolle, no madure, no será posible que
comprendan las “causas” que producen su miseria, ni los “medios” que existen
para remediar esos males. Este estado de
ignorancia, de insensatez de la clase trabajadora, en el presente momento
histórico no puede modificarse favorablemente para su bienestar sino por la
acción de la organización obrera y socialista ya existente, cuya unidad
fundamental debe ser el sindicato.” “Es preciso extender la acción de nuestra literatura, en condiciones
ilimitadas y libres: el manifiesto, el periódico, el folleto, la biblioteca, la
conferencia, la discusión, etc., deben ser medios de actividad permanente.” Es el concepto de la educación como
herramienta fundamental de liberación y de cambio social.
Más adelante en 1921, expresa que la Federación Obrera ,
“DA EDUCACION no solo por medio de su biblioteca, o de sus clases cuando puede
hacerlo, por conferencias, sino que también por medio de su prensa y por la
conversación que se origina como una consecuencia de la Organización ”. (La Federación Obrera
de Chile y los Beneficios Inmediatos del Gremialismo, 1921)
Esa indispensable
educación para el obrero, en primera
instancia la entrega el sindicato como organización básica, pero no es solo la
educación formal el único camino para vencer la ignorancia, “como el ambiente
de la época no es del todo propicio para que la clase obrera se resigne a lo
rígido de la enseñanza y del progreso de la cultura y de su saber, se hace
“preciso” preocuparnos al combatir la ignorancia y llevar a la mente obrera
conocimientos científicos y filosóficos útiles, mezclar esta enseñanza lo más
continuamente con actos recreativos y alegres que amenicen la severidad de la
ciencia y austeridad de la filosofía. La enseñanza científica y filosófica,
mezclada una veces con bailes y fiestas teatrales, con representaciones cómicas
o dramáticas, pero instructivas también, y otras veces con paseos campestres, y
siempre reunidas todas las familias, atraerá mayor número de concurrentes y sus
resultados serán mucho más benéficos y más rápidos sus frutos”. Como vemos el arsenal de iniciativas
educativas y culturales que Recabarren propone es amplia, como amplio es el
desafío de transformar la sociedad.
La
prensa obrera, como instrumento de cultura y educación.
"Acaba de salir a luz un nuevo periódico que viene a servir los intereses de los trabajadores, de los proletarios y en general a divulgar una doctrina que conduzca a todos por el mejor camino de fraternidad social de los pueblos".
El Despertar de los Trabajadores,
Iquique 10 de febrero de 1912
Recabarren, dentro de ese cúmulo de
estrategias disponible para ejercer su vocación pedagógica y de promoción de la
cultura, privilegiará a la prensa. “La prensa obrera – dice Recabarren - tiene
por misión sagrada, contribuir a la ilustración y difundir la cultura en las
costumbres de los pueblos. Un periódico que llegue a las manos de un hijo del
trabajo, debe ser un libro en el cual encuentre la savia vivificante para
fortalecer el espíritu, cuando abatido por las luchas de la vida, se siente
adormecer.” (El
Deber de la Prensa Obrera ,
La Democracia ,
1921).
Recabarren, sin duda que por su oficio de tipógrafo,
compendió desde muy temprano la importancia de la prensa como medio de
comunicación de masas y la influencia que tenía en la formación ideológica de
la clase. El mismo se inició en esta labor de periodista y creador de prensa
obrera en 1899, en el semanario La Democracia , que llegó a dirigir, y en 1903 se confirmó
como el fundador de la prensa obrera
chilena, cuando se estableció en Tocopilla, a petición de los obreros de la
región, para fundar y dirigir el periódico El Trabajo.
Su labor periodística se mantuvo inalterable durante toda
su vida, ya que posteriormente fundó y
dirigió diversas publicaciones obreras como El Proletario en Tocopilla; La Reforma , en Santiago; La Vanguardia , en
Antofagasta; El Grito Popular y El Despertar de los Trabajadores, en Iquique;
El Socialista, en Valparaíso, El Socialista, que después se llamó El Comunista,
en Antofagasta; La
Federación Obrera y Justicia, en Santiago, y La Vanguardia , en
Argentina.
Pero Recabarren propone además otros medios para la
educación y la cultura obrera, “…el socialismo va creando universidades
superiores y populares y sus escuelas propias elementales y superiores, donde
la enseñanza es tan segura como incomparable a la enseñanza burguesa”. Otro
medio es la conferencia que aparece como el medio más popular, de más vasta
educación socialista”. (El Socialismo, ¿Qué es y cómo se realizará?, 1912)
El
teatro y las organizaciones culturales.
Sin embargo, la creación de la prensa
obrera, no solo generó diarios a favor de los intereses de la clase
trabajadora, sino que sus locales fueron enclaves de irradiación de la cultura
obrera. Un ecuatoriano avecindado en Iquique, David Barnes, recuerda que apoya
y le arrienda a Recabarren una casona en Barros Arana 9, casi esquina de
Sotomayor, para instalar allí ‘El Despertar de los Trabajadores’, barrio netamente obrero repleto de conventillos
y cités. Allí se instala con su imprenta.
“La casa estaba junto a una
escuela de niñas (...) El segundo piso era una azotea que servia de teatro”.
El 16 de enero de 1912 aparece el primer número de El Despertar de los
Trabajadores. En ese ambiente crea el Círculo Cultural y Artístico, organiza el Conjunto Infantil Arte y
Libertad, a cargo de Mariano Rivas, argentino, el Circulo Arte y Revolución,
dirigido por Jenaro Latorre; la estudiantina Germinal y el Coro Obrero, todas
instituciones que tendrán una amplia repercusión en la difusión de la cultura
popular. Estos datos históricos
recopilados por Pedro Bravo Elizondo (Raíces del Teatro Popular en Chile,
1991), refutan el mito que dice que el teatro chileno nació con la creación del
Teatro de Ensayo de la
Universidad de Chile en los años 40. Lo cierto es que el
teatro, especialmente aquel de carácter popular, germinó en el norte con Luís
Emilio Recabarren, cuando el dirigente obrero creó esta serie de grupos y
centros culturales.
Pero Recabarren no solo fue gestor cultural sino
también autor. El domingo 7 de agosto de 1921, en el local de Arte
y Revolución en Iquique, se estrenó el drama “Desdicha Obrera” escrito por
Recabarren, quien además escribió “Redimida” y el monólogo “Yo pensaba que era libre”, asimismo incursionó
en la poesía. Son conocidos sus poemas “Canto al Triunfo” y un poema dedicado a
quien se convirtiera su amiga y colaboradora la Conferencista española Belén de Sárraga.
Como lo recuerda Volodia Teitelboim en la Biografía de Gabriela
Mistral, fue el Diputado Luís Emilio Recabarren, “que
hacía poco, en enero de ese año, (1922) había contribuido a fundar en Rancagua
el Partido Comunista de Chile, (quien) formula una indicación en la Cámara para que se asigne a
Gabriela Mistral una pequeña partida de dinero a fin de cubrir los gastos de
viaje…el país sólo tiene plata para los ricos…pero niegan el más mísero apoyo a
una escritora y a una educadora salida del pueblo”. Hecho que demuestra la
sensibilidad cultural de Recabarren y su conocimiento y admiración por la Mistral. (Volodia
Teitelboim, Gabriela Pública y Secreta, 1991)
Además de los espacios de la prensa, el mismo rol de animador
cultural, lo realizan primero las organizaciones mutuales y posteriormente los
Sindicatos y Federaciones que surgen en la época. La
arquitectura de las sedes de estas organizaciones, tenía en común la existencia
de un gran salón y un escenario, en los cuales se podían organizar todo tipo de
actos, reuniones, bailes, representaciones
teatrales y veladas culturales.
Esta promoción del teatro popular se
continúa en otros lugares de Chile,
entre otros con Nicolás Aguirre Bretón, Rufino Rosas y José Segundo
Castro, quienes igualmente hacen suya la causa de los obreros. Todos estos autores toman el tema social como
el núcleo dramático, teniendo en cuenta el sentido ético y la estética realista
que ellos mismos recrean.
Los conjuntos teatrales populares se
multiplicaron, exhibiendo obras escritas por trabajadores o por intelectuales ligados al mundo obrero. En
Santiago, en 1913, un colectivo de escritores anarquistas crean la “Compañía
Dramática Nacional” bajo la dirección de Adolfo Arzúa Rosas, secundado por
Manuel Rojas, José Santos González Vera, Antonio Acevedo Hernández, el poeta
José Domingo Gómez Rojas. (Iván Vera – Pinto Soto,
Identidad y Teatro Social, Iquique)
La
mujer en la cultura obrera.
Recabarren tiene una clara concepción
de la situación de menoscabo de la mujer y del rol que ésta debería jugar en la emancipación de la humanidad. “Desde
épocas antiguas se ha mantenido a la mujer en grado inferior que al hombre. Ha
sido considerada como una esclava y hasta la fecha, aún no recupera del todo su
individualidad. La mujer posee las mismas facultades que el hombre y debe hacer
uso de ellas en las mismas condiciones que el hombre”. “Los que nos damos el
título de socialistas, los que luchamos por la libertad de los oprimidos,
esclavos, debemos tomar en cuenta que la mujer tiene una doble esclavitud, de
manera que nuestros esfuerzos deben ir también a libertar a la mujer de ese
cautiverio”. (El Proletario de
Tocopilla, 1905).
Luís Emilio Recabarren,
se manifiesta respecto a las reivindicaciones y a la emancipación de la mujer,
en forma palmaria, al expresar que, “es necesario, es preciso, es urgente, para
la mujer que trabaja y gana un ridículo salario que busque en el campo de la
organización gremial su propio mejoramiento, que busque en el campo de la
educación socialista el verdadero alivio a sus pesares”. “El Centro Socialista
y la Unión Gremial
femeninos tienen una preciosa labor que realizar que, debemos decir con
franqueza, aún no han empezado. Las trabajadoras de los talleres, de las
fábricas; las empleadas en el comercio, oficinas particulares y del Estado, y
las pobres mujeres que llevan el trabajo a domicilio, etc., necesitan recibir
los auxilios poderosos de la educación social y de la organización gremial a
fin de aminorar los estragos del trabajo mal pagado”. (Escrito en Buenos
Aires, publicado en La Defensa ,
Coronel, Lota, 1907)
Paralelamente
con el surgimiento del movimiento obrero, nacieron sindicatos de mujeres según
el tipo de producción o actividad y sindicatos mixtos. En 1908, había alrededor
de 22 sindicatos solo en Santiago. En el año 1912, las mujeres constituían un
tercio de la fuerza de trabajo manufacturera, especialmente en las industrias
de la confección, textil, y del tabaco. Esta situación convirtió a las
trabajadoras en un elemento que los activistas sindicales no pudieron eludir,
especialmente por el potencial organizativo y de movilización de las mujeres.
La incursión
de la mujer en el mundo de la cultura obrera no fue fácil, ya que debía hacerse
un lugar en medio de un mundo machista, como lo era el contexto general de la
época y aún más en el ámbito del mundo obrero salitrero.
La presencia en Chile de Belén de Zárraga, feminista,
anticlerical y anarquista española, que llega invitada por Recabarren,
revoluciona el ambiente femenino y se multiplican los Centros que llevaron su nombre, su presencia tuvo
consecuencias decisivas en el desarrollo de la conciencia de género de las
trabajadoras.
Entre los principales objetivos de estos centros
femeninos, estaba la promoción del laicicismo, la denuncia de la carestía de la
vida y los abusos del sistema de las pulperías, así como también se
constituyeron en espacios para reclamar por el derecho al descanso dominical de
las trabajadoras, realizar campañas antialcohólicas y promover las ideas de
emancipación de la mujer. En el caso de
Iquique muchas mujeres participaron en
el grupo Arte y Revolución, creado por Recabarren, con el objeto de
"ayudar al desarrollo del pueblo y de la propaganda socialista por medio
de representaciones cultas e ilustradas". Junto con ello, en las oficinas
salitreras y en los puertos, se formaron nuevos grupos y conjuntos en cuyas
presentaciones se destacaron las mujeres como actrices, realizadoras y
organizadoras de los eventos. (María José Corre y Olga Ruiz, Memoria de
las Mujeres)
Recabarren
en El Despertar de los Trabajadores, de
Iquique, 12 de abril de 1913, asume la defensa de Belén de Sárraga, criticando
al clero que “ha dicho de la conferencista
tales barbaridades que conviene que el pueblo conozca la calidad moral
de la canalla clerical. Ha dicho que la señora Belén es una estafadora, una
farsante, divorciada, sin hogar, sin hijos; impía, ha dicho ridiculeces como
que es vieja y fea, insípida; la ha calificado hasta de prostituta. ¡Ha sido el
colmo de la indecencia clerical¡. Toda esta campaña inmunda y obscena no sólo
se ha dicho en la prensa de Antofagasta, sino que se ha dicho en toda la prensa
católica del país”.
En síntesis,
podemos afirmar que Recabarren no fue solo un dirigente sindical o
político, su trascendencia y gravitación hasta el presente se basa en la
multiplicidad de intereses que conforman su ideario revolucionario, siendo uno
de los más relevantes su preocupación por la cultura y la educación. Recabarren
es por sobre todo un educador popular, un gestor cultural y un guía
revolucionario, unido todo en una extraordinaria simbiosis. “La educación – nos
recuerda – cada vez más desarrollada y más completa irá elevando la cultura de
los individuos y de la sociedad, contribuirá mientras más avancemos hacia el
porvenir a dotar a cada individuo y, cada sociedad de una perfecta noción del
derecho de la libertad”. Si pudiéramos
hacer un paralelo, Recabarren no es
Pancho Villa, Zapata, ni Sandino, compartió con ellos la pasión por la justicia
y la libertad, pero sin duda que está
más cerca de José Martí.
Ronald Wilson
Publicado en Pluma y Pincel Nº 197 Noviembre 2008
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